La salud es uno de los temas que más inquietan a los chilenos. El 60% de la población es atendida por el sistema público, criticado por su falta de calidad y eficiencia y por sus interminables listas de espera. La otra parte del país se refugia en el servicio privado, que es muy costoso y con enormes diferencias según lo que se paga. En este sentido, Chile tiene una de las peores coberturas dentales de la OCDE, y de las 200.000 personas que sufren alzhéimer u otro tipo de demencia solo unas 4.000 reciben tratamiento o apoyo.

Con Sebastián Piñera como presidente (2010-2014) arreció la denominada revolución de los pingüinos, que hace referencia a las protestas estudiantiles en favor de la educación gratuita y de excelencia. De forma concreta, el segundo Gobierno de Michelle Bachelet emprendió una reforma que facilita a 260.000 jóvenes entrar en la universidad sin endeudarse con los bancos por 15 años. Se trata de un 60% del total de los estudiantes chilenos. La presión por un beneficio que alcance a todos puede activar otra vez la movilización callejera.

Los buenos índices de la macroeconomía no han tenido todo el impacto social esperado en Chile. De hecho, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha consignado que al 5% de la población de mayores ingresos le pertenece el 51% de las riquezas de todo el país. Por ese motivo, todas las campañas electorales giran alrededor del problema endémico de la desigualdad entre la población, que afecta especialmente a los jóvenes de entre 18 y 25 años, a las mujeres y a las personas con educación escolar incompleta.

Según el Banco Mundial, la pobreza en Chile pasó del 26% al 7% entre el 2000 y el 2015, gracias a las altas tasas de crecimiento económico. Pero en el 2017, y debido a la caída de los precios internacionales del cobre, la principal fuente exportadora, la economía del país solo habrá crecido un 1,4%. El nuevo presidente asegura tener la llave para reencauzar el rumbo virtuoso. Por lo pronto, y gracias también al cobre, se augura una mejora del PIB del 2,8% para el año venidero. Las condiciones, pues, parecen propicias.