La respuesta de Ariel Sharon a la Asamblea General de la ONU, que exige cumplir la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia que declaró ilegal el muro, no se ha hecho esperar. Su ministro de Exteriores convocó a los representantes de los 25 embajadores de la UE para criticar el apoyo a la "tiranía de la mayoría" y poner en duda la habilidad europea para contribuir en el proceso de paz. Sharon, en un chantaje inaceptable, amenaza con tachar de antisemita a quien se oponga a su política de hechos consumados (el muro traza la frontera, que es uno de los puntos por negociar) y de "asesinatos extrajudiciales".

Nadie duda del derecho de Israel a su seguridad y de que los atentados suicidas obstaculizan la paz. Pero también es lícito pensar que Sharon ha dañado el proceso de paz. Desgraciadamente, la irresponsabilidad de Arafat ha sumido a Gaza en una preguerra civil y contribuye a restar protagonismo a una resolución simbólica de la ONU.

*Catedrático de Historia.