De poco le sirve aumentar el tono --ayer tachó el asalto israelí de la cárcel de Jericó de "crimen imperdonable"--, ni argumentar que EEUU y Gran Bretaña poco menos que le han traicionado. El presidente palestino, Mahmud Abbás, Abú Mazen , afronta duras críticas desde Occidente y en los propios territorios ocupados por su gestión anterior y posterior de la crisis que acabó con la captura por parte de Israel del líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Ahmed Saadat.

La situación de Abú Mazen es "crítica", en palabras del líder palestino Saeb Erekat. Gran Bretaña le acusó de nuevo de no haber tomado medidas para evitar la salida de los observadores que propició el asalto pese a que recibió tres cartas advirtiéndole de lo que podía suceder. La UE exige que ponga fin a los ataques contra europeos (ayer fueron liberados los últimos cuatro secuestrados), y amenaza con la ayuda económica. Y sectores de su partido, Al Fatá, exigen su dimisión y la disolución de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), tras una jornada de huelga general, que fue seguida de forma masiva.

HUMILLACION "El Ejército israelí no sólo desarmó a la policía palestina en Jericó, sino que despojó a la ANP de su último resto de honor", declaró ayer Taisir Nasralá, líder de Al Fatá en Naplusa y uno de los firmantes de una carta de militantes del partido en el que se exige a Abú Mazen que, tras la "humillación sin precedentes de Jericó", dimita y decrete el fin de la ANP para acabar con la ficción de un proceso de paz negociado. La carta incide en lo que ayer era un clamor en los territorios: que EEUU y Gran Bretaña se alinearon descaradamente con Israel para romper el acuerdo de Jericó.

El momento no pudo ser peor, ya que Abú Mazen ni siquiera estaba en Palestina, sino de viaje en Europa en un teórico intento de la UE de reforzar su figura ante Hamás. Tampoco olvidan los palestinos que el acuerdo de enviar a Saadat y a los suyos a Jericó fue presentado en su momento por la ANP como una forma de defenderlos de Israel.

ASESINATO POLITICO Abú Mazen se justificó afirmando que propuso a británicos y estadounidenses soluciones a sus vagas "preocupaciones de seguridad" en Jericó, como trasladar a los presos a Ramala, pero que su oferta nunca fue contestada. Fuentes de la ANP culparon directamente a Israel de pretender debilitar al presidente para que Hamás se convierta en el único referente político palestino y así poder llevar a cabo sus planes unilaterales con plena aquiescencia de Occidente. "Lo de Jericó es un asesinato político de Abú Mazen", declaró una fuente anónima palestina al diario israelí Yedioth Ahronoth.

La otra cara de la moneda es el radiante primer ministro interino israelí, Ehud Olmert, el gran vencedor de la crisis. Tanto la prensa como sus rivales electorales aplaudieron unánimemente la operación, y en Israel se da por hecho que su decisión le deportará pingües réditos electorales. Olmert declaró que los implicados en el asesinato del ministro Rechavam Zeevi serán juzgados --los interrogatorios ya han empezado-- y que Londres y Washington le apoyan.

"Todo el mundo coincide en que la ANP es responsable de lo ocurrido", subrayó Olmert, quien afirmó que la única moraleja de lo ocurrido en la cárcel de Jericó es que "los terroristas serán juzgados".