La credibilidad del primer ministro británico, Tony Blair, está en su momento más bajo. Por una parte, varios documentos difundidos este fin de semana revelan que Blair aprobó --pese a que luego lo negó públicamente-- la estrategia que permitió identificar al experto en armamento David Kelly como la fuente de la BBC, táctica que acabó con el supuesto suicidio del científico. Por la otra, una encuesta publicada ayer muestra que dos de cada tres británicos se sienten engañados por su Gobierno en relación a los motivos que justificaron la guerra contra Irak.

Una guerra que, tras la muerte de tres soldados de la policía militar británica el pasado sábado en Basora, ya se ha cobrado la vida de 49 militares británicos, dos más de los que murieron en toda la guerra del Golfo de 1991.

Con todos estos factores en contra, el primer ministro deberá enfrentarse el próximo jueves a uno de los momentos más delicados de su mandato: la declaración ante el juez James Hutton en la investigación sobre la muerte de Kelly. Porque deberá aclarar su implicación en que el nombre de Kelly se hiciera público.

DOCUMENTO CONFIDENCIAL

Blair negó rotundamente, tras la muerte de científico, que él tuviera nada que ver con la filtración de su identidad a la prensa, pero varios documentos difundidos en la página web oficial de la investigación han puesto de manifiesto que sí tuvo un papel decisivo en su filtración. Un documento confidencial con apuntes sobre reuniones presididas por Blair, que forma parte de los 9.000 folios de documentación relacionada con el caso que el juez Hutton ha difundido a través de internet, sugiere que el primer ministro autorizó una nota de prensa del Ministerio de Defensa en la que se aportaban datos suficientes para que los periodistas descubrieran el nombre de Kelly.

Además, otro documento revela cómo el jefe de los servicios secretos británicos, John Scarlett, tras una reunión con el primer ministro, anotó que el Gobierno había dado el "consentimiento" para que el nombre de Kelly fuera revelado.

Kelly supuestamente se suicidó el 17 de julio, una semana después de que su nombre se hiciera público como la fuente de la BBC en una información que sostenía que el Gobierno maquilló, para hacerlo más convincente, el dosier con el que se pretendía justificar la guerra de Irak.

MALESTAR DE LA FAMILIA

Entre la documentación difundida en internet se encuentra también una carta de la familia de Kelly en la que, por primera vez, se evidencia su malestar con la actuación del Gobierno de Blair. En la carta enviada a los abogados de Downing Street, la familia del científico pedía explicaciones al Ejecutivo sobre la filtración del nombre de Kelly a la prensa.

El daño que este caso está haciendo a Blair se puso otra vez de manifiesto en una encuesta publicada ayer por The Sunday Telegraph en la que el 58% de los encuestados dicen creer ahora menos en el primer ministro que antes de la crisis. Además, el 67% de los británicos piensan que han sido engañados sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam. Y el 33% cree que Blair debería dimitir por el caso Kelly.