El reajuste de Gobierno con el que el presidente de EEUU, George Bush, intenta frenar su drástica pérdida de apoyo popular continuó ayer. No llegó a incluir a nadie ajeno a su círculo de leales, a despecho de las peticiones de su propio partido, los republicanos, para que inyecte savia nueva en su equipo. Bush relevó de gran parte de sus responsabilidades a su principal asesor político, el influyente Karl Rove, pero le dejó a cargo de planificar la estrategia de los comicios parlamentarios de noviembre. Además, aceptó la dimisión de su portavoz, Scott McClellan.

"Karl seguirá como jefe adjunto de gabinete y asesor", explicó el portavoz adjunto de la Casa Blanca, Ken Lisaius. Las funciones como coordinador político de Rove serán asumidas por Joel Kaplan, miembro de la Oficina de Gestión y Presupuestos, que "se encargará del proceso político diario, para dejar que Karl tenga más tiempo para concentrarse en la planificación estratégica, en un momento de importancia crítica para la presidencia", añadió Lisaius.

El portavoz aludía a los escasos siete meses que faltan para las elecciones de noviembre, cuando los republicanos temen perder la mayoría en el Congreso de la que disfrutan desde 1994, por el rechazo creciente de la ciudadanía a la gestión de Bush, sobre todo en la guerra de Irak. Rove fue el cerebro de las dos victorias electorales del presidente, por lo que es pieza clave para organizar una estrategia republicana que contrarreste el malestar de los votantes.

HOJA DE DOBLE FILO Sin embargo, su presencia en el equipo de Bush es una hoja de doble filo, porque Rove sigue bajo investigación por posible perjurio, en el escándalo de la filtración en el 2003 de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame, como castigo por las críticas de su marido a la guerra de Irak. Este escándalo determinó ya el procesamiento del exjefe de gabinete del vicepresidente Cheney, Lewis Libby, y seguirá salpicando a Bush sobre todo cuando Libby sea juzgado, el próximo febrero, especialmente si Rove sigue en su círculo íntimo de asesores.

A diferencia del limitado cambio en la posición de Rove, la salida del portavoz de Bush se esperaba. McClellan, el segundo hombre más visible de la Administración republicana, llevaba en su puesto desde junio del 2003. Pero, desde el año pasado, al estallar el escándalo Plame , sus relaciones con la prensa se hicieron cada vez más agrias, dado que McClellan negó toda participación de Rove en esta filtración y se demostró lo contrario.

REEMPLAZO DIFICIL "Va a ser difícil reemplazar a Scott, pero él ha tomado la decisión y yo la he aceptado", dijo ayer Bush, al anunciar la marcha de su portavoz, cuyo sustituto no ha sido anunciado. Los rumores sobre los candidatos corrían ayer por los mentideros políticos de Washington, junto con las especulaciones sobre la salida del secretario del Tesoro, John Snow, cuyo nombre se baraja como próximo cambio en el Gabinete, en la operación de Bush por recuperar el apoyo ciudadano.