Alos 99 días de iniciar su segundo mandato, y cuando las encuestas le colocan en el nivel más bajo de aprobación que ha conocido desde que llegó a la Casa Blanca, el presidente de EEUU, George Bush, compareció el jueves por la noche en una rueda de prensa retransmitida en directo en horario de máxima audiencia por las principales cadenas generalistas del país. Sin un anuncio concreto que realizar, Bush intentaba abogar ante la población por la reactivación de una agenda que se ha estancado. En el turno de preguntas y respuestas, dejó claro que no va a ser fácil.

Bush inició su comparecencia con una exposición que centró en el aumento de los precios de la gasolina y en la reforma del sistema de pensiones, con promesas populistas de otorgar mayores beneficios a los jubilados que menos perciben, a costa de rebajar los de los más acomodados. Pero tras esos 12 minutos --en los que dibujó a grandes rasgos sus propuestas, pero sin dar detalles-- llegó el momento de enfrentarse a las preguntas.

FRUSTRACION EN EEUU La primera interpelación incluyó referencias a una mayoría de estadounidenses que desaprueban su gestión, además de preguntas sobre la sensación de frustración porque su agenda no avanza, incluso con su partido controlando el Congreso. Luego llegaron inquietantes interrogantes sin respuestas claras sobre Irak, la política exterior o el creciente número de víctimas del terrorismo, pese a que habla de "éxito" en la "guerra contra el terror".

Bush, forzado a ponerse a la defensiva, intentó, entre otras cosas, restar importancia a los bajos índices de aprobación en las encuestas, los peores de sus 51 meses en la Casa Blanca, con dos de cada tres ciudadanos suspendiéndole. "No creo que puedas tomar decisiones acertadas basándote en sondeos", dijo.

La comparecencia de Bush es interpretada incluso por analistas conservadores como una apuesta arriesgada. En lugar de abrir la vía de la negociación con los demócratas, el presidente opta por relanzar su plan unilateral, pero si fracasa, como ayer escribía The Washington Post , "se arriesga a quedar antes de tiempo en esa situación de irrelevancia que suelen sufrir los presidentes en segundos mandatos".

Tras ganar las elecciones pese a haber emprendido dos guerras y no poder apoyarse en una economía boyante, Bush empezó su segunda presidencia con una agenda contundente: reformar las pensiones y las leyes energéticas, y reforzar a los conservadores en cargos de la Administración y la judicatura. La agenda parecía posible, dada la mayoría republicana en las dos cámaras del Congreso. Pero ayer el tono de Bush demostró que las cosas no le están yendo muy bien.

Pese a una intensa campaña por todo el país, los estadounidenses, incluyendo a algunos republicanos, no creen en su plan de reforma de las pensiones. El nombramiento de John Bolton como embajador ante la ONU está estancado en el Senado.

POLEMICA ETICA El número dos republicano en la Cámara Baja, Tom DeLay, está sumido en una polémica sobre ética. Si a ello se le suma la crisis de precios de la gasolina y las controversias por temas como la eutanasia, Bush puede comprender el porqué de las encuestas negativas.

Su entorno, que hace sólo semanas negaba encontrarse en un momento decisivo, admite ahora que hay mucho en juego. "El presidente habla de cosas que le importan a la gente, pero no está logrando transmitir el mensaje porque hay otras historias" confesó, desde el anonimato, un ayudante de Bush.