En un momento en que las relaciones con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, son tensas, el presidente de EEUU, George Bush, evocó ayer la guerra de Vietnam para advertir sobre una retirada prematura de las tropas de Irak. "El legítimo debate sobre nuestra entrada y posterior salida de la guerra de Vietnam sigue en curso. Sea cual sea nuestra postura en este debate, una de las lecciones es que millones de inocentes pagaron el precio de la retirada de EEUU", afirmó.

La intención de Bush era convertir en tema central del discurso que ofreció en la ciudad de Kansas, en una reunión de veteranos de guerras en el extranjero, la comparación de la intervención militar en Irak con las de conflictos como Japón, Corea y Vietnam, para alertar de los riesgos de una retirada.

Pero el presidente no pudo evitar tener que desviar parcialmente la atención, después de que unas afirmaciones suyas y otras del embajador de EEUU en Irak, Ryan Crocker, tensaran tanto la relación entre Washington y Bagdad que Bush se vio forzado a mostrar públicamente su apoyo a Maliki. "Es un buen hombre con un difícil trabajo y yo le apoyo", afirmó ayer.

El pasado martes, Bush había expresado un "cierto nivel de frustración" con el Gobierno iraquí por su fracaso en los intentos de unir a chiís, sunís y kurdos. Eran palabras destinadas a los ciudadanos estadounidenses con la intención de ir preparando el terreno para el informe sobre el progreso en Irak que debe presentar en septiembre ante el Congreso el general David Petraeus, máximo responsable militar de EEUU en el país.

La filosofía, según los expertos, es que, culpando al Gobierno iraquí del estancamiento, la Administración se quitará de encima responsabilidades y evitará que se asocie la falta de progreso al polémico incremento del contingente militar.

MENSAJE AMENAZADOR Un día antes, el embajador de EEUU en Bagdad había ido aún más lejos al calificar el progreso logrado por el Gobierno iraquí de "extremadamente decepcionante" y lanzar el mensaje de que el apoyo de Washington a Maliki "no es un cheque en blanco". Además, el senador demócrata Carl Levin, que preside el comité de Servicios Armados, había pedido la búsqueda de un nuevo líder "menos sectario".

La respuesta de Maliki fue contundente. Ayer recordó que "nadie tiene derecho a poner calendarios al Gobierno iraquí, que fue elegido por el pueblo". Además, también usó un tono amenazante y advirtió de que su Gobierno "puede encontrar amigos en otras partes". Que lo dijera en Siria subrayaba el mensaje que estaba lanzando a EEUU.

Mientras, los soldados de EEUU en Irak vivieron ayer una jornada gris. Un problema técnico provocó la caída de un helicóptero Black Hawk en el norte de Irak y murieron 14 soldados. Es el peor accidente aéreo sufrido por militares estadounidenses desde enero del 2005.