Hasta hace unos días le llamaban "el desaparecido", como en la canción de Manu Chao. Salió de Washington convertido en uno de los peores presidentes de la historia y con los índices de popularidad por los suelos. Se refugió en territorio conocido y su presencia en actos públicos se limitaba a algún que otro compromiso, como el funeral por el senador Ted Kennedy. Pero un año después el expresidente George Bush ha vuelto.

Nunca se le conoció por sus dotes de orador, pero la semana pasada se presentó ante un auditorio abarrotado en Forth Worth (Texas), y aunque muchos pudieran pensar que hablaría de los logros de su administración o que en el turno de preguntas le bombardearían con asuntos como las torturas de Guantánamo o la crisis, Bush se estrenó como conferenciante disertando sobre motivación y liderazgo.

Quienes pudieron escucharle debieron quedarse boquiabiertos cuando les invitó a no claudicar nunca, a ser siempre fieles a sus principios y a vivir la vida plenamente, todo ello acompañado de anécdotas sobre su nueva vida que despertaron las carcajadas de los más de 10.000 asistentes, y con constantes referencias a su fe en Dios. Por una media hora de charla se embolsó más de 65.000 euros.

Pero no parece que Bush deba preocuparse por el dinero. Al igual que el resto de expresidentes, disfruta de una partida anual y vitalicia de 130.000 euros, tiene derecho a una asignación de personal y asistentes y a recibir atención médica gratuita en cualquier hospital militar. Y en cuanto a la seguridad, el exlíder tiene la protección de los servicios secretos hasta dentro de nueve años.

TRASLADO A finales de enero, George y Laura Bush cambiaron las comodidades del 1.600 de la Avenida Pensilvania por una casa de dos millones de dólares en uno de los mejores barrios de Dallas (Texas), donde se instalaron tras dejar la Casa Blanca. Construida en 1959 y remodelada en 1980, la casa de ladrillo rojo tiene cuatro dormitorios y cuatro baños y un jardín de 800 metros cuadrados. El hogar de los Bush no está lejos de la Universidad Metodista del Sur, donde quiere levantar una biblioteca para conservar su legado siguiendo la tradición que impuso Franklin D. Roosevelt al final de la Segunda Guerra Mundial.

Ayer estuvo en Nueva Delhi participando en un foro sobre liderazgo en el que habló de Afganistán, de cooperación nuclear y de la reforma de la ONU. En diciembre dará otra charla en San Antonio. Un año después, Bush vuelve a dejarse ver.