A juzgar por los movimientos y las palabras de unos y de otros, el 20 de julio se detendrá el mundo en Oriente Próximo. Ese es el día en el que el Gobierno de Ariel Sharon tiene previsto empezar a evacuar las colonias de la franja de Gaza, y ya hoy todo --la diplomacia, la política interna, las decisiones de seguridad-- en Israel y en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) gira alrededor de esa fecha.

Según publicó ayer con preocupación la prensa israelí, el lunes el Consejo Yesha de Asentamientos Judíos en Judea, Samaria y el Distrito de Gaza tomó dos decisiones: seguir con la vía política, cada vez más complicada, para frenar la evacuación, y organizar un "Ejército de resistencia", compuesto por unas 100.000 personas, para "evitar, no sólo retrasar, la evacuación". Los colonos planean métodos no violentos, como manifestaciones, bloqueos de carreteras y desobediencia civil. Un grupo de militares en la reserva dirigirá las operaciones de resistencia.

El Ministerio de Exteriores israelí ha elaborado un informe muy pesimista respecto al proceso de paz. El texto afirma que las relaciones entre palestinos e israelís "explotarán" tras la evacuación de los asentamientos.