La conferencia internacional sobre Irak que se clausuró ayer con más pena que gloria en la localidad egipcia de Sharm el Sheij no sirvió para que EEUU e Irán limaran diferencias. Washington y Teherán siguen con las espadas en alto. Pero eso no fue lo peor. Los cincuenta países participantes tampoco lograron pasos significativos para frenar la sangría que vive el país árabe. El documento final, lleno de generalidades, insiste en la necesidad de avanzar en el proceso de reconciliación nacional, como único camino para lograr la paz. La declaración ni exige la retirada de las fuerzas extranjeras ni habla de fechas.

Lo más comentado de la jornada fue la salida en estampida del ministro iraní por el escote de la violinista rusa de vestido rojo que amenizaba la velada porque era "inapropiado para los estándares del islam".