Culturista, actor, político... Arnold Schwarzenegger ha demostrado hasta ahora una impresionante capacidad para reinventarse. Y deberá mostrarla de nuevo el año que viene, cuando se acabe su segundo mandato como gobernador de California. Porque si cuando irrumpió en la arena política en el estado más poblado de EEUU incluso se habló de alterar la Constitución para permitir que un inmigrante austriaco pudiera aspirar a la Casa Blanca, hoy, con su índice de popularidad en el 33% y una economía al borde del colapso, ni siquiera él habla ya de dar el salto a la política nacional. Quien quería ser recordado como "el gobernador de la reforma", ahora enfoca sus esfuerzos en dejar un legado medioambiental, su único punto fuerte.

UN PARO QUE ROZA EL 11% Una crisis económica impulsó al republicano hasta el despacho de Sacramento y una crisis más grave le ha hundido. Porque si en un estado de EEUU ha golpeado la recesión es en California, una de las economías más grandes, donde el déficit supera los 17.000 millones de euros (el presupuesto total es de 65.000 millones) y el paro roza el 11%.

La única solución efectiva habría sido subir los impuestos, pero los californianos vetaron esos aumentos en 1978, al aprobar en referendo una ley que congeló las tasas sobre la propiedad. Además, aquella votación impuso que cualquier cambio fiscal requiriera la aprobación de dos tercios de los congresistas estatales. Y en California, feudo demócrata, la minoría republicana ganó un arma imbatible.

Hace dos semanas, Schwarzenegger planteó a los ciudadanos cinco medidas fiscales para garantizarse fondos, pero cosechó un contundente rechazo en una votación con baja participación. También ha recibido mensajes de la Administración de Barack Obama que le dan a entender que un rescate desde Washington es casi al 100% improbable.

El gobernador ha propuesto dejar, por ejemplo, a un millón de niños de familias de bajos ingresos sin cobertura sanitaria. Ha anunciado que cerrará 200 de los 279 parques públicos estatales y ha impuesto recortar un 5% el salario de 235.000 funcionarios estatales, a los que ya había bajado el sueldo un 10%. La semana pasada anunció el fin de un programa de becas para educación superior y otro de más de 700 millones para rehabilitar presos. Incluso ha eliminado una partida de 28 millones de euros para pruebas del sida. Y pretende sacar 1.500 millones de euros de las arcas locales.

Mike Genest, director de finanzas de California, ha reconocido que el estado "ha tocado fondo". Y se entienden frases como la del premio Nobel de economía Paul Krugman en una columna reciente: "Si California sigue siendo el lugar donde el futuro ocurre primero, que Dios proteja a América".