Los manifestantes se visten de bandera, enarbolan bandera y cacerola, cargan silbato, botella de agua y máscaras antigás, y salen a cumplir la consigna del 25º día del paro cívico contra el presidente venezolano, Hugo Chávez: "Toma tu calle y marcha. Caracas se mueve". La tele los multiplica, los conspiradores los cuentan mientras estudian cómo llegar a palacio, cuándo quemar ese último cartucho. Urnas o muertos, parece ser el dilema camino al caos.

"¡Si se niegan a darnos una salida electoral conducirán a Venezuela a una carnicería!", clama en un encuentro con la cultura Américo Martín, miembro de la mesa de negociaciones.

La gente canta, grita, pita, salta, baila, se abraza. Pero resiente el "paro real, efectivo y demoledor" que el sindicalista Carlos Ortega restriega en la cara del presidente en su parte de guerra habitual. "Reaccione, señor Chávez, que el país se le está muriendo en las manos", dice el duro líder opositor.

EL REFERENDO

Ortega muestra cierta flaqueza al cambiar la propuesta electoral: le pide al jefe del Estado que acepte el referendo consultivo del 2 de febrero y, "si lo pierde convoque elecciones en un plazo de 30 días". El presidente del Consejo Electoral, Alfredo Avella, recuerda que ese referendo "no es vinculante" y que "queda al libre albedrío del presidente decidir".

Los hilos se mueven tras bambalinas, aumentan las llamadas al exterior. El precio del crudo es el más alto en casi dos años. Los barcos varados en la huelga retrasan la guerra de Irak. Siete países le han dicho a su gente que se largue y otros tantos llenan Venezuela de espías.

La cancillería cubana llama "mentirosos incorregibles" a los Carlos , Ortega y Fernández, que dirigen la huelga. Las voces discordantes de la oposición descalifican al triunvirato que se completa con el petrolero Juan Fernández como "impresentable" o "grupo nefasto". Los manifestantes toman la calle, pero ya se preguntan hasta cuándo. Su bandera está llena de incertidumbre.