Durante nueve años, el día de hoy ha sido para todo EEUU, pero especialmente para Nueva York, una jornada de recuerdo y sentido homenaje. Y, solo en pequeños círculos, de discusión profunda sobre las raíces de un odio fanático capaz de idear y acometer atentados como los del 11 de septiembre del 2001.

Hoy, otra vez, habrá lágrimas, flores y minutos de silencio. Loas a esos héroes del vuelo 93 que acabó estrellado en Pensilvania y a los caídos en el Pentágono, lectura de los nombres de los casi 3.000 muertos en las Torres Gemelas... Pero un ruido ensordecedor se impone: el escándalo iniciado por el pastor Terry Jones, que con su iniciativa de quemar ejemplares del Corán ha llevado al extremo el radicalizado discurso islamófobo que en los últimos meses se ha propagado en EEUU, especialmente por el debate sobre la construcción de una mezquita y centro cultural islámico junto a la zona cero.

La ocurrencia ya tiene consecuencias: las protestas en el mundo islámico son irrefrenables y ayer, pese a que en ese momento la quema de coranes estaba cancelada, hubo la primera víctima mortal. Medios como Associated Press y CNN han decidido no difundir imágenes de coranes ardiendo. La agencia explicó que su política es "no dar cobertura a actos preparados para provocar y ofender".

BANDAZOS Mientras, Jones sigue sin poner las cosas fáciles. Dopado con las altas dosis de atención (ha concedido al menos 150 entrevistas), ayer ponía otra vez sobre la mesa la posibilidad de llevar a cabo hoy la pira, que canceló el jueves. Y mantiene al mundo en vilo arrogándose capacidad de influir en la decisión sobre la construcción del centro islámico en Nueva York.

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