El ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, dijo el viernes por la mañana que el Ejército iba a emprender una operación en el norte de la franja de Gaza para destruir "la infraestructura del terror". No mentía Mofaz: horas después, los soldados entraban en Beit Hanun y, efectivamente, destruyeron infraestructuras: cuatro terroríficos puentes que comunican esta localidad con la ciudad de Gaza, el epicentro económico de la franja.

Ayer por la mañana, el Ejército dio por finalizada la operación, que empezó el viernes por la noche. Según un comunicado militar, el objetivo era impedir el lanzamiento de morteros Qassam desde los puentes hacia ciudades israelís, como los que el viernes impactaron en Sredot, cerca del rancho que el primer ministro, Ariel Sharon, posee en el desierto del Neguev.

Tras la destrucción de los puentes también subyace el propósito de controlar aún más el movimiento de los palestinos, al obligarles a circular por el mismo sitio para acceder a la ciudad de Gaza.

Es como si los militares quisieran hacer cumplir sobre el terreno la metáfora de romper puentes de diálogo, ya que no hay duda de que la más perjudicada por estas restricciones de movilidad será la población civil.

Todos los sondeos indican que los ciudadanos israelís darán en las elecciones del próximo martes una rotunda victoria a Sharon, que defiende una política dura contra la Intifada.