La gracia divina parecía ayer acompañar al exobispo Fernando Lugo en su camino a la presidencia paraguaya. Tres sondeos a pie de urna, de los diarios La Nación , ABC y Crónica , le daban unos cinco puntos de ventaja respecto a la candidata Blanca Ovelar, del Partido Colorado, en una cita electoral marcada por un alto nivel de participación.

"Ver para creer", prevenían, no obstante, los conocedores de la vida política del país más corrupto de la región. Solo los resultados oficiales permitirán saber si se hizo el milagro electoral o si se impuso la atávica costumbre por la cual los colorados gobiernan desde hace seis décadas.

De ganar este exobispo se hablará de un hecho histórico. Pero si la vencedora es Ovelar, aunque ganara de forma justa, las palabras "fraude" y "engaño" estarán hoy en boca de casi todos.

"La trampeata habrá trampa de todos modos", dijo a este diario en lengua guaraní Oscar B., apoderado del Partido Colorado en el céntrico colegio María Auxiliadora, donde la votación transcurrió sin sobresaltos. Camisa amarilla, barriga prominente y pulsera de oro, B. resumió sin rubores la encrucijada: "Lugo debe vencer por goleada para que le entreguen el poder. De lo contrario pierde. ¿Sabe lo que sucederá si la diferencia con Ovelar es pequeña? El Tribunal Supremo de Justicia Electoral (TSJE) se va a tomar 90 días para contar los votos. Ya no habrá observadores internacionales. Y entonces dirá que fue derrotado".

CUSTODIA POLICIAL Más de 12.000 policías custodiaron ayer unos comicios saturados de rumores apocalípticos (entre ellos un intento de atentado contra el exobispo) y denuncias esporádicas de compra de cédulas electorales, entrega de dinero, cortes de energía eléctrica, intimidaciones y pequeñas formas de timo.

Además de presidente y vicepresidente, unos 2,8 millones de personas elegían a los nuevos integrantes del Congreso bicameral y a unos 700 cargos municipales de este país, el único bilingüe de toda la región.

El TSJE accedió a una petición de la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para que los representantes legales de todos los candidatos vigilen el recuento rápido de votos. Pero ese gesto no disipó la suspicacia. "Si no es hoy el fin del Partido Colorado, es el principio de su agonía final", declaró a este enviado una alta fuente de la OEA.

Los colorados llegaron a estas elecciones por primera vez con miedo. "La gente está cansada. Los perros jóvenes quieren comer y estudiar. Hasta yo probablemente vote por Lugo", reconoció el mismo Oscar B. Los paraguayos no depositan su sufragio en urnas sino en bolsas de plástico transparentes. Luego se les mancha el dedo pulgar con tinta azul indeleble como señal de haber votado.

Lugo no lo tendrá fácil si se convierte en presidente. Está al frente de una coalición demasiado heterogénea. El exobispo ha reunido a independientes de clase media, grupos de izquierda de todos los matices ideológicos y al histórico Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), el único que le puede dar gobernabilidad y que, por su matriz conservadora, nunca apoyará la reforma agraria que propone la Alianza Patriótica para el Cambio.

COEXISTENCIA DIFICIL El analista Carlos Martini advierte a su vez de que, aunque fuera proclamado ganador, Lugo deberá coexistir con un Congreso dominado por los colorados y los seguidores del general Lino Oviedo.

Paraguay duele. Su Producto Interior Bruto apenas supera los 9.000 millones de dólares. El 80% de las tierras están en manos del 2% de la población. Unos 10 niños mueren a diario por enfermedades que en un 70% se pueden prevenir.