El Gobierno español respira aparentemente tranquilo ante el golpe de Estado que un grupo de militares dio el miércoles en Mauritania. "La situación está más o menos en calma en todo el país; solo hay algo de movimiento en la capital, Nuakchot, y ni siquiera está previsto que el embajador que se encuentra de vacaciones vuelva", explicó ayer una portavoz del Ministerio de Exteriores. La colonia española, unas 200 personas entre pescadores, cooperantes y guardias civiles, está "en perfectas condiciones", según el Ejecutivo, que considera que los intereses en el sector de la pesca y en el control de las fronteras, para evitar la inmigración irregular, no se verán afectados y seguirán como estaban cuando todo se normalice.

Las aguas costeras mauritanas están surcadas en estos momentos por unos 60 buques españoles. En total, casi medio millar de personas que ayer, según Exteriores y las informaciones de algunos de los patronos que se pusieron en contacto con sus empresas en España, pudieron realizar el trabajo en Nuadibú.

El derrocado Gobierno mauritano renovó en abril el acuerdo de pesca con la UE para los próximos cuatro años, un trato que le reportó el año pasado 86 millones de euros. Los Veintisiete y Japón son los principales mercados de exportación de este sector, que supone la principal entrada de divisas y el 25% de los ingresos del Estado. El otro pilar de las relaciones entre España y Mauritania es la colaboración en la lucha contra la inmigración irregular. Los alrededores de Nuadibú son desde hace cinco años el punto de partida de los cayucos que llegan a Canarias.