Tres días después de haber avisado del peligro de "quiebra" del Estado, el primer ministro francés, François Fillon, volvió ayer a la carga en una entrevista en la emisora RTL en la que alertó de que la situación de las finanzas públicas es "insoportable" y "crítica". El aviso de Fillon coincide con la confirmación de que el déficit de la Seguridad Social alcanzará este año 12.000 millones de euros, 4.000 más de lo previsto.

El uso por Fillon, el viernes, de la palabra "quiebra" ha desatado una polémica. El primer ministro matizó después que había querido llamar la atención con una "imagen" y ayer recurrió al diccionario para aclarar que quiebra significa también "fracaso de un sistema", que es lo que, según él, sucede.

¿Está Fillon preparando a los franceses para una dura política de austeridad y rigor económico o discrepa del presidente, Nicolas Sarkozy, partidario de una política económica expansiva? El diario Le Monde defendía ayer la segunda hipótesis al contraponer las dos visiones para salir de la crisis que sostienen Sarkozy y sus consejeros, por una parte, y Fillon y la ministra de Economía, Christine Lagarde, por otra. El presidente confía en que las rebajas de impuestos y las reformas de las pensiones y del mercado laboral sirvan por sí solas para reanimar la economía. Enfrente, Fillon y Lagarde consideran que esos estímulos no serán suficientes sin un ortodoxo plan de austeridad.

Los socialistas recuerdan que, en los cinco años de Gobierno de la derecha, el déficit público ha crecido en un punto (del 2% al 3% del PIB, 6.000 millones de euros) y la deuda ha pasado de 843.000 millones a 1,176 billones.