El Parlamento francés empezó ayer los debates para aprobar una nueva ley de inmigración que endurece las condiciones para la entrada y residencia de extranjeros no comunitarios. En la defensa del proyecto, cuestionado por la izquierda, su impulsor, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, dijo que establecerá un equilibrio entre el "mito de la inmigración cero" y el "integrismo que reivindica la apertura total de las fronteras".