Una semana después de que el Gobierno de Somalia anunciara triunfal que ha derrotado a los milicianos de la Unión de Tribunales Islámicos, el país sigue al borde de la guerra civil. Violentas manifestaciones populares en la capital, Mogadischo --con un muerto y múltiples heridos--, contra la presencia de soldados etíopes --gracias a los cuales se puso a la defensiva a los radicales islamistas--, contribuyeron ayer a que el Ejército renunciara al desarme de los todos grupos armados que hay en el país.

Cumplido el plazo para que los habitantes entregaran voluntariamente sus armas, la campaña puede considerarse un fracaso, ya que solo ha logrado que las armas suban de precio. Los combates entre soldados gubernamentales, apoyados por los etíopes, y unos 300 milicianos islámicos, atrincherados en la zona fronteriza con Kenia, siguen causando bajas.

El grupo de contacto internacional para Somalia, reunido el viernes en Nairobi, decidió iniciar gestiones para encontrar tropas que, en el marco de la ONU, conformen la futura misión de paz. La UE ayudará a financiar la misión de paz solo si el Gobierno tiene negociaciones con todos los sectores somalís.