Aleksándr Lukashenko, licenciado en Economía Agraria, saltó al escenario político directamente de un sovjós (granja estatal) en 1994, cuando fue elegido presidente por primera vez. Desde entonces, se ha perpetuado en el poder gracias a dos referendos cuestionados por Occidente, que extendieron de cuatro a siete años los plazos del poder y eliminaron el límite de dos mandatos.

Lukashenko, utilizado por el Kremlin en los 90 como temible aliado en la confrontación con la OTAN sobre Yugoslavia, se ha convertido ahora para muchos rusos en un "amigo indeseado", tanto por su falta de respeto a las libertades democráticas, como por aislacionismo y conflictos con Occidente. Sin embargo, precisamente los suministros subvencionados de petróleo y de gas ruso le permiten mantener la economía dirigida con el 80% de las empresas en manos del Estado.

Varios organismos internacionales, incluidas la OSCE y Reporteros sin Fronteras, sostienen que bajo el reinado de Lukashenko, Bielorrusia se conserva como el último foco represivo de Europa del Este. Se ha denunciado la desaparición de más de 1.000 personas, entre ellos antiguos colaboradores y dirigentes de la oposición como el exviceprimer ministro Victor Gonchar, el exministro del Interior Yuri Zajarenko y el periodista Dmitri Zavadski.