En medio de acusaciones mutuas entre israelís y palestinos, el débil proceso de paz en Oriente Próximo recibió ayer un duro golpe con la muerte de dos israelís y de dos hombres bomba palestinos en sendos atentados suicidas en la localidad israelí de Rosh Haayin y en el asentamiento de Ariel. Hamas y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa asumieron los ataques como respuesta a la muerte el viernes a manos del Ejército israelí de cuatro palestinos en Naplusa, entre ellos dos militantes de Hamas. Vuelve, así, el círculo de violencia más de un mes después del último atentado suicida.

Los dos atentados se produjeron prácticamente al mismo tiempo. Sobre las nueve de la mañana, un kamikaze de 17 años de las Brigadas de los Mártires se inmoló en la entrada de una farmacia en un centro comercial de Rosh Haayin --localidad próxima a Tel-Aviv muy cercana a la Línea Verde-- matando a un hombre de 43 años e hiriendo a seis personas, cuatro de ellas graves.

ESTACION DE AUTOBUS

Poco después, otro activista de 17 años, esta vez de Hamas, se inmoló junto a una estación de autobuses en la entrada del asentamiento judío de Ariel. En el atentado murió un joven de 16 años y tres personas fueron heridas, dos de ellas graves.

Los dos ataques no son la primera violación de la tregua decretada de forma unilateral con Israel por las facciones armadas, pero sí la más grave. Los atentados fueron calificados por portavoces de Hamas y de la Yihad Islámica como "reacciones naturales" a las violaciones de la tregua por parte israelí. Los dos suicidas procedían de Naplusa.

"Las facciones palestinas no hemos decretado el final de la tregua, pero tenemos derecho a responder a las violaciones de Israel con sus mismas armas", declaró el portavoz de la Yihad Islámica, Abdalá al Shami. Mahmud A Zahar, portavoz de Hamas, afirmó que el movimiento islamista mantendrá el alto el fuego si Israel cumple con sus obligaciones.

Desde el 29 de junio, cuando se decretó la tregua, Israel no ha aceptado las condiciones de las facciones armadas para el alto el fuego y ha mantenido las operaciones militares. Ayer, ambas partes se culparon de la delicada situación. Los israelís exigieron a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que actúe contra los radicales, y los palestinos culparon a los israelís de sabotear la tregua.

"No será posible avanzar en el proceso de paz mientras el terror no desaparezca", declaró el primer ministro israelí, Ariel Sharon, que acusó a la ANP de no hacer "lo que debería: desmantelar las organizaciones terroristas, requisar sus armas y luchar contra el terrorismo". Desde Qatar, donde suspendió una gira por los países del golfo Pérsico, el primer ministro palestino, Abu Mazen, condenó los ataques y "las continuas provocaciones israelís".

Los dos atentados coincidieron con la llegada a la zona del enviado de EEUU, William Burns, que se entrevistó con Sharon y con varios líderes palestinos. Burns deberá trabajar para que la Hoja de ruta no se ahogue, como es habitual, en la espiral de respuesta y contrarrespuesta.