Han pasado 60 años, pero muchas heridas, del cuerpo y del alma, aún no se han curado. Un día como hoy, en 1945, el bombardero estadounidense Enola Gay dejó caer sobre Hiroshima una bomba atómica que mató instantáneamente a 78.000 personas, a otras miles durante los años siguientes --en total, más de 237.000 personas-- y dejó herida y humillada a la ciudad y a todos los japoneses. Las miradas de todo el mundo están puestas hoy en los actos conmemorativos, que ponen de manifiesto el espíritu de una ciudad dividida entre la supervivencia y el pacifismo heredados de la catástrofe.

El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, y el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, serán los encargados de presidir la ceremonia que tendrá lugar en Hiroshima. Pero los verdaderos protagonistas de la jornada serán aquellos que sobrevivieron.

"Lo lamentaré hasta el día que muera". Moriko Ueda era una colegial de 14 años cuando la bomba estalló a 600 metros de altura sobre Hiroshima. la decisión había sido del presidente de Estados Unidos, Harry Truman, quien tres días después dio la orden de arrasar Nagasaki por el mismo método. La pequeña estaba a menos de dos kilómetros del lugar de la explosión pero el edificio del colegio la protegió de la onda expansiva. Durante dos días vagó por entre las ruinas hasta que encontró a sus padres, y sólo entonces se dio cuenta de que su hermana también estaba en el colegio y de que no había ido a buscarla. Desde ese día no volvió a verla.

ENCUESTA Pero los desastres nucleares que sellaron el fin de la segunda guerra mundial --Japón capituló el 15 de agosto-- también convirtieron a Hiroshima, Nagasaki y a la mayor parte de los japoneses en pacifistas. Una encuesta reciente señala que el 90% de ellos se oponen a que el país se dote de un arma nuclear y piden que siga respetando los principios que adoptó en 1967: no fabricar armas atómicas, no intentar adquirirlas y no permitirlas en su suelo.

Aun así, la amenaza de Corea del Norte ha hecho que algunos políticos empiecen a sugerir que quizá es hora de dar un giro radical, algo que en Hiroshima suena a disparate. "Puede que en lugares como Tokio el pacifismo ya no esté de moda. Pero en Hiroshima sigue muy vivo", asegura Motofumi Asai, un exdiplomático que ahora preside el Instituto de la Paz de Hiroshima.

La conmemoración del 60º aniversario del lanzamiento de la bomba atómica ha desencadenado una ola de llamamientos en favor de la desnuclearización mundial. El director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Mohamed el Baradei, dijo ayer que Hiroshima y Nagasaki son un "constante recuerdo de por qué se debe prevenir la proliferación nuclear". El presidente de México, Vicente Fox, llamó a erradicar el armamento atómico, mensaje al que se sumó la ONG Greenpeace. Esta avisó al Gobierno japonés contra la tentación de entrar en la carrera armamentística.