Es una realidad constatable que la seguridad en Irak ha mejorado considerablemente en el último año. Pero el regreso de los millones de desplazados internos y refugiados a sus casas y a sus barrios todavía es prematuro.

Así de tajante se pronuncia Bill Frelick, director de política para los refugiados de la organización Human Rights Watch, después de cotejar "información" de casos de refugiados que, al regresar, han tenido que volver a huir tras ser amenazados. Un regreso masivo "no es sostenible", constata Frelick. "Tenemos datos de refugiados iraquís que han vuelto de Siria y que se han sentido en peligro, con lo que han tenido que huir nuevamente y se han convertido en desplazados internos", afirma. Las zonas rurales de la provincia de Diyala son, en opinión de los observadores, el último reducto de las huestes de Al Qaeda. Mosul, la tercera ciudad del país, origen de un importante éxodo de cristianos iraquís que se sentían amenazados por elementos de la organización de Osama bin Laden, permanece "relativamente en paz", constata Faleh Jabar, del Instituto de Estudios Estratégicos de Irak, tras visitar la ciudad.

La relativa paz por la que atraviesa el país desde hace un año se debe, según sostiene el disidente Abdulyabar Al Kubaysi, a "la llegada al poder de Obama; la resistencia está a la espera de la actuación de la nueva Administración estadounidense".