Alaa Abudeguen yace en una cama del hospital Shifa de Gaza. Tiene 14 años y una mirada desvaída, sin luz, apagada. El pasado 14 de enero un misil israelí cayó frente a su casa mientras desayunaba con su familia en el patio. Ahora tiene heridas en el muslo y el brazo.

Está esperando para ser evacuada a un hospital francés. Los médicos le han dicho que podría perder la pierna. "Tenía muchas ganas de volver a clase y hacer vida normal. Estoy muy triste, echo mucho de menos a mis compañeras", dice con rostro sombrío.

Alaa podría ingresar pronto en esa legión de cojos y mancos legada por los bombardeos israelís, cientos de civiles tullidos de por vida, un cómputo insólito en los anales de la guerra en Gaza. "Nunca antes habíamos tenido que practicar tantas amputaciones", afirma el doctor Nabil Sawa. "Probablemente, se debe al DIME, un arma nueva empleada por los israelís", añade. En su ordenador muestra fotos de heridos que llegaron al quirófano con las extremidades inferiores cercenadas, y otros sin apenas signos de violencia. "Lo extraño en los últimos casos es que dentro no hay metralla. Los tratamos pero la hemorragia interna persiste y, al final, hay que amputar", dice este cirujano ortopédico. Según el Centro para la Rehabilitación Comunitaria, encargado de asistir a los discapacitados, 800 personas han perdido alguna de sus extremidades durante esta guerra.

Pero la cifra definitiva no se conocerá hasta dentro de unos meses. "Estimamos que podría aumentar hasta los 1.500", afirma su director, Mohamed Omar. El fósforo blanco, una munición ilícita cuando se emplea en zonas pobladas, también está detrás de estos números siniestros. "El fósforo crea quemaduras de tercer grado que generan necrosis muscular y obligan a amputar el miembro", asegura Omar.

En la franja solo hay una ortopedia: el Centro para las Extremidades Artificiales. En 32 años de existencia ha puesto unas 5.000 prótesis, la mitad debido a la poliomelitis. El resto han sido causadas por heridas de guerra, accidentes y enfermedades como la diabetes y el cáncer. "Con el paso de los años ha ido creciendo el número de personas amputadas a causa de las ofensivas israelís, pero esta vez se han batido todos los récords", afirma su director, Hazim Sawa.

Premeditación

En Gaza, esta estrategia se considera premeditada. "Si hay 10 ó 20 casos puedes pensar que es mala suerte, pero si hay cientos de casos solo puede ser deliberado. Parece que la intención ha sido matar civiles o dejarlos severamente discapacitados", opina el doctor Nabil Sawa. En total, 1.300 palestinos han muerto y 5.300 han resultado heridos.

A este ejército de impedidos les espera un futuro negro. Y no solo por el trauma psicológico y las limitaciones físicas a las que se enfrentan. En la franja no hay baños ni calles ni edificios adaptados. Además, Israel ha devastado buena parte de las infraestructuras y muchas calles son hoy una sucesión de socavones. Su único consuelo es que la población muestra empatía hacia los discapacitados. "A ojos de la gente son héroes porque su desgracia la ha causado Israel ", concluye Omar.