Mi petición hoy es que todo ciudadano ... cierre los ojos tres minutos... y trate de imaginar lo que mi hijo Gilad está pasando". La voz incansable de Noam Shalit, el padre del militar israelí capturado en el 2006 por Hamás y otras dos milicias palestinas en el perímetro de Gaza, se dirigió ayer a la sociedad israelí y sus dirigentes para pedirles que no olviden a su hijo, en el tercer aniversario de su cautiverio. Desde hace más de un año la familia carece de noticias y las negociaciones indirectas entre Hamás e Israel, mediadas por Egipto, siguen sin dar frutos, aunque según el diario Haaretz, que citaba ayer fuentes europeas, el acuerdo puede ser inminente.

Durante estos años el rostro del cabo Gilad Shalit, que en agosto cumplirá 23 años, se ha convertido en una presencia familiar. En su nombre se han celebrado manifestaciones --la última, ayer-- y conciertos. Banderas y pegatinas reclaman en las calles su liberación.

PADRE CORAJE Pero, sobre todo, ha sido la constancia de su padre la que ha puesto su causa en la agenda internacional. Desde el presidente francés al alcalde de Nueva York o el papa de Roma se han reunido con Noam Shalit. "Mi hijo está esperando en la oscuridad, desesperado, sufriendo mental y físicamente", afirmó ayer Noam.

Las negociaciones han sufrido altibajos, pero Hamás no cede. Los islamistas reclaman la liberación de 1.450 palestinos encarcelados en Israel y la apertura de las fronteras de Gaza. Incluso estarían dispuestos a aceptar que algunos de los presos, afincados en Cisjordania, sean desterrados a la franja como quiere Israel.

El Estado judío vacila porque la lista incluye a los cerebros de los atentados más sangrientos de las últimas décadas. La calle sí está dispuesta a asumir los riesgos. Un 69% de la población, según un sondeo, apoya el canje.

Para abaratar el precio, el Gobierno israelí ha recurrido al castigo colectivo. Pero ni las 10.000 viviendas destruidas en Gaza en estos tres años, ni los 2.000 muertos, ni el bloqueo que ha convertido la franja en un terruño cercado a pan y agua han alterado la postura de Hamás.