El papa Juan Pablo II dio ayer un rotundo "no a la guerra" durante la tradicional recepción que cada principio de año ofrece a los 178 embajadores acreditados en el Vaticano. "No a la guerra, no a la muerte, no al egoísmo", dijo con voz firme Karol Wojtyla, minutos antes de añadir un "sí a la vida, al respeto del derecho, al deber de la solidaridad".

El Pontífice dejó claro que se refería a los preparativos bélicos en marcha contra el régimen de Sadam Husein en Irak, país al que se refirió como "tierra de profetas" y en el que viven "poblaciones ya agotadas por más de 12 años de embargo". Ante los diplomáticos, Juan Pablo II puntualizó que la carta de las Naciones Unidas afirma que "no se puede recurrir a la guerra, aunque sea para el bien común, sino como posibilidad extrema". "La guerra no es nunca una fatalidad, sino una derrota de la humanidad", insistió el Papa.

ORIENTE PROXIMO

Nunca antes Juan Pablo II había expresado con tanta claridad su oposición a la guerra que prepara el presidente estadounidense, George Bush, en Irak. Ante el cuerpo diplomático, el Papa se refirió también al conflicto de Oriente Próximo, donde --dijo-- "dos pueblos están llamados a vivir uno al lado del otro, igualmente libres y soberanos, respetuosos uno del otro". "La solución no podrá ser nunca impuesta con el terrorismo o los conflictos armados", añadió.

Juan Pablo II advirtió de que "si se quiere que el hombre tenga todavía un futuro, se imponen algunas decisiones" y citó "el coraje que tal vez deben tener los pueblos de decir que no". "El mundo sería diferente si se empezasen a aplicar de una manera sincera los acuerdos firmados", llegó a decir el Pontífice.

EL PROBLEMA DEL AGUA

Juan Pablo II extendió su "no" a la guerra a todo lo que sea muerte "empezando por la de los niños no nacidos todavía", a todo aquello que "debilita a la familia" y a lo que "empuja el hombre a refugiarse en una clase social privilegiada que excluye al otro". En concreto, citó la imposibilidad de acceder al agua que sufren muchas poblaciones, y el derecho de todos a disponer de los "medicamentos genéricos necesarios para sostener la lucha contra las epidemias actuales".

CONSTITUCION DE LA UE

Juan Pablo II insistió para que en la futura Constitución de la Unión Europea (UE) figure una mención a las raíces religiosas y cristianas del continente, subrayando que lo pedía "en el pleno respeto de la laicidad" existente en la mayoría de países integrantes de la Unión Europea.

El diáfano no del Papa a la guerra contra el régimen iraquí contrasta con el "derecho a la injerencia humanitaria" que Karol Wojtyla solicitó con energía para Somalia pero, sobre todo, para los conflictos armados en Bosnia y Kosovo. Por otra parte, Juan Pablo II no dio su parecer sobre sangrientos enfrentamientos como Chechenia y Timor Este. La justificación para intervenir en unos conflictos y no en otros obedece a varios motivos: las relaciones con el islam o el criterio papal de que sólo la comunidad internacional en bloque está autorizada a actuar.