El Partido Republicano está inusualmente silencioso estos días en Estados Unidos. Ese giro en una oposición normalmente vociferante tiene su lógica. Tras haber forzado al presidente Barack Obama a un pacto sobre la exención de impuestos para ricos, ahora observan desde la barrera la guerra que ese acuerdo ha provocado en las filas demócratas. El presidente se enfrenta a una verdadera rebelión.

En una reunión a puerta cerrada en la que celebraron una votación a mano alzada, los congresistas demócratas en la Cámara baja decidieron ayer rechazar el acuerdo. Es un voto no vinculante, pero ensombrece las perspectivas de que la propuesta legislativa (aún ni siquiera redactada) pueda empezar a debatirse en esa cámara, retrasando un proceso legislativo ya de por sí complejo.

Ese proceso tiene muy cerca fechas clave en el calendario: el próximo viernes 17 terminan en principio las sesiones del actual Congreso. En enero reanuda su trabajo con la composición resultante de las elecciones legislativas de noviembre, con mayoría republicana en la Cámara baja y una mayoría reducida para los demócratas en el Senado.

Además, las ventajas fiscales que están en el centro de la polémica, aprobadas por George Bush, expiran el 31 de diciembre. Si no hay nueva ley, subirán los impuestos no solo para los ricos sino también para la clase media y baja, y no entrarán en vigor otras medidas que Obama ha logrado incluir en su acuerdo con los republicanos como la prórroga de prestaciones a los desempleados.

CONVERSACIONES TENSAS Desde que Obama anunció el pacto el lunes y lanzó un duro mensaje al ala más izquierdista de su partido el martes, la Casa Blanca ha iniciado una intensa campaña para defender el acuerdo.

Los tres últimos días ha incluido en sus notas de prensa la lista de congresistas y gobernadores que defienden el acuerdo como una medida de estímulo económico. El vicepresidente, Joe Biden, ha personalizado las negociaciones con los congresistas demócratas.

El problema es que esas conversaciones se desarrollan en un ambiente extremadamente tenso y Biden llegó a decir que no hay opciones. "O lo toman o lo dejan", fue uno de sus mensajes. La dura respuesta le llegó ayer en la reunión de los representantes de la Cámara baja.

"Si las cosas van a ser así, lo dejamos", declaró Lloyd Doggett, congresista del estado de Tejas. No está claro qué cambios en la propuesta legislativa exigen los demócratas de la Cámara de Representantes, pero su presidenta, Nancy Pelosi, dijo ayer que no la someterá a debate "tal y como está escrita".

Uno de los puntos que más indignación ha provocado es que Obama pactara liberar de impuestos los primeros cinco millones de dólares de una herencia e imponer a partir de esa cantidad un 35% de impuestos. Los demócratas querían rebajar la cantidad para empezar a tasar a los 3,5 millones e imponer un gravamen del 45%.