Barack Obama ha vuelto a conseguirlo. Con la cumbre sobre seguridad nuclear que arrancó ayer en Washington ha logrado llevar a EEUU la mayor convención internacional desde que la Conferencia de San Francisco en 1945 alumbró la ONU y hacerlo, además, poniendo los focos sobre un asunto que ha estado lejos de los radares de la atención pública internacional.

Incluso antes de dar pistoletazo oficial de salida a la cumbre en una cena con todas las delegaciones, y pese a que su reunión bilateral con el presidente chino, Hu Jintao, amenazaba con robar la atención al asunto central de la cumbre, Obama pudo apuntarse ya por la mañana el primer éxito de su apuesta cuando tras su encuentro individual con el presidente de Ucrania, Víktor Yanúkovich, se anunció que la antigua república soviética se deshará de todas sus reservas de uranio altamente enriquecido para el 2012.

Son pasos como ese los que busca promover Obama con esta cumbre, logrando --junto con un impulso a tratados internacionales y un refuerzo del papel del Organismo Internacional de la Energía Atómica-- compromisos específicos de naciones individuales que contribuyan a incrementar la seguridad de material nuclear susceptible de caer en manos de los terroristas. Esa posibilidad, según explicó ayer en el Centro de Convenciones de Washington John Brennan, asesor de seguridad interior de la Casa Blanca, es "real, seria, creciente y una de las mayores".

LAS CUESTIONES Lo que la decisión de Ucrania abre también es muchos interrogantes sobre qué pasará con el material del que decidan deshacerse ese y otros países. Chile, por ejemplo, lo ha enviado a EEUU. Robert Gibbs, el portavoz de prensa de la Casa Blanca, afirmó que el objetivo del Gobierno de Estados Unidos es que el uranio ucraniano acabe también en su territorio.

De momento, Washington se compromete a dar a Kiev asistencia "técnica y financiera", aunque sin definir el presupuesto, tanto para asegurar el material como para ayudar a realizar los cambios tecnológicos en instalaciones civiles de Ucrania para que puedan funcionar con uranio de bajo enriquecimiento.

Queda por ver cómo reaccionará la comunidad internacional. El domingo, posiblemente pensando más en la opinión pública de EEUU, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, trataba de paliar las críticas republicanas sobre un supuesto debilitamiento de la seguridad de EEUU por las decisiones de Obama en materia nuclear con una frase susceptible de ser interpretada como arrogante. "Seremos --dijo-- más fuertes que nadie en el mundo, como siempre hemos sido, con muchas más armas nucleares de las que hacen falta".

Washington siguió también ayer tratando de impulsar, en paralelo a la agenda sobre seguridad nuclear, la cooperación internacional para presionar a Irán y no había en ese terreno reunión más importante que la de Obama con su homólogo chino. El encuentro, eso sí, era mucho más. Tras meses de tensión, los dos líderes se sentaron cara a cara y dialogaron de asuntos como la manipulación de la moneda china, temas que, para algunos, son más preocupantes que el riesgo de que plutonio caiga en manos de Al Qaeda.