Las autoridades estadounidenses han hecho públicas las plazas de trabajo abiertas en la Administración a causa del traspaso de poder entre George Bush y Barack Obama. Se trata de unos 8.000 nuevos empleos, que van desde la Comisión de Mamíferos Marinos hasta la Comisión de Investigación Artica. Mucha gente, que deberá pasar por un complejo proceso de selección. Pero nada comparable con el que afrontan los que aspiran a cargos puramente políticos: un cuestionario que ayer publicó The New York Times con 63 preguntas sobre temas económicos, privados y sociales del aspirante y su familia.

El cuestionario abarca casi todo lo imaginable. Por supuesto, ingresos, propiedades, declaraciones de impuestos, préstamos y todo lo relacionado con las finanzas. Pero también pide copias de cualquier material publicado; las direcciones de páginas como blogs , MySpace o Facebook; copia de cualquier tipo de mensaje enviado, aunque haya sido por SMS, que pueda ser "embarazoso"; las condiciones laborales de los empleados domésticos; los antecedentes penales; regalos recibidos de gente que no sean parientes cercanos y que superen los 40 euros... También se pide cualquier afiliación a cualquier organización para comprobar que no esté vinculada con ningún caso de discriminación. Y se inquiere si el interesado o el cónyuge han tenido algún tipo de vinculación con empresas financieras en las que el Estado ha intervenido a causa de la crisis. Asimismo se piden los nicknames (alias) que se hayan usado alguna vez en internet.

Un gran nivel de escrutinio es habitual en todas las administraciones, pero las exigencias de Obama superan cualquier antecedente. Hay un motivo práctico para ello: intentar evitar en lo máximo posible que algún escándalo dañe políticamente al aún presidente electo (por ejemplo, que a una niñera no se le pague la sanidad). El otro motivo es enviar un mensaje de profesionalidad y cambio a la hora de elegir equipo, como Obama se comprometió a hacer.

LOS LOBISTAS Una de las obsesiones es la presencia de lobistas en la Administración, ya que frenar el poder en Washington de los denominados "intereses especiales" fue un caballo de batalla durante la campaña. Por eso en su equipo de transición nadie que haya trabajado para un lobi puede participar en temas por los que hizo presión en su momento, y los lobis tienen prohibido recaudar dinero para la transición. Aun así, varios medios estadounidenses criticaban ayer al presidente electo porque, si bien su esfuerzo por frenar a los lobistas en su equipo de transición es genuino, no ocurre lo mismo con los grandes donantes (y, sobre todo, los que trabajaron para convencer a grandes donantes) de su campaña. The Wall Street Journal , por ejemplo, cita a dos casos que donaron cantidades que rondan los 100.000 dólares (80.000 euros) a campañas de Obama desde el 2004.

Dada su gran capacidad recaudatoria durante la campaña (3,1 millones de donantes, la mitad de ellos con pequeñas aportaciones) este asunto promete ser uno de los problemas del presidente electo. Su decisión de no someterse a los límites de la financiación pública le ha valido muchas críticas, incluso desde la izquierda, ya que abre la puerta a la presión de los donantes sobre el presidente. En este tema, Obama deberá ser más transparente que en el de los lobis.