Desde que los cohetes artesanales palestinos empezaron a fabricarse en Gaza hace ocho años para ser utilizados como arma de desgaste frente a los tanques, la artillería y la aviación israelí, Israel ha tratado infructuosamente de acabar con ellos. Una y otra vez ha bombardeado sus lanzaderas y almacenes, pero sabiendo que son un cáncer imposible de extirpar. Tras seis meses de tregua y calma relativa, Israel vuelve a cargar sobre Gaza con el objetivo de detener los cohetes y la aspiración, siempre frustrada, de acabar con Hamás. "La única manera de acabar con los cohetes es invadiendo Gaza y derrocando al régimen de Hamás, pero no estoy seguro de que este sea el objetivo", afirma el diplomático y exdirector del Ministerio israelí de Exteriores, Alon Liel.