La presidenta de la Knesset (Parlamento israelí), Dalia Itzik, imploró a los diputados: "Por el amor de Dios, dejen de discutir. Los soldados que aún están en el Líbano quieren saber que estamos unidos". Una petición vana, ya que el debate de ayer en el parlamento entre el primer ministro, Ehud Olmert, y el líder de la oposición, Binyamín Netanyahu, dio inicio a lo que los analistas israelís califican de un inevitable "terremoto político".

Contra las cuerdas, en caída libre en las encuestas, Olmert admitió errores, prometió una investigación y optó por el desafío al enemigo común para mantener la unidad: "No hay perdón para los líderes de Hizbulá. Los cazaremos en cualquier momento y en cualquier lugar", amenazó el primer ministro.

El alegato de autodefensa en que Olmert convirtió su discurso empezó con una parte triunfalista. El primer ministro destacó que Israel "ha probado al mundo que reaccionará con firmeza ante cualquier ataque terrorista" y que el Estado hebreo no va a disculparse por la guerra.

Olmert dijo que el Ejército "ganó todas las batallas" y que propinó "un golpe muy duro a Hizbulá". El primer ministro añadió que la resolución 1.701 de la ONU implica el fin de una etapa en la que "se permite a un grupo terrorista actuar como un Estado dentro del Estado, como un brazo del eje del mal que va desde Teherán hasta Damasco, que usa a un débil Líbano como una herramienta en su guerra".

Pese a todo ello, Olmert admitió que Israel no ha "logrado todos los objetivos" y que en la guerra hubo "errores y deficiencias", de los que se hizo el único responsable. En línea con lo anunciado horas antes por el ministro de Defensa, Amir Peretz, Olmert prometió una investigación. "No esconderemos las cosas bajo la alfombra", se comprometió el primer ministro, quien aún así advirtió de que Israel "no puede permitirse el lujo de caer en interminables disputas internas", sino aprender para hacerlo bien "la próxima vez".

OTRA GUERRA En esto --que puede haber otra guerra con Hizbulá-- es lo único en lo que coincidió con Olmert el líder de la oposición, el derechista Binyamín Netanyahu. "Los soldados secuestrados no han vuelto a casa, Hizbulá no ha sido desarmada... Estamos en un periodo interino entre guerras, habrá otro asalto porque las justas demandas de nuestro Gobierno no son reconocidas en la resolución de la ONU, y no hay nadie que impida a nuestros enemigos rearmarse", dijo Netanyahu.

"Hay que admitir que hubo fallos: en identificar la amenaza, en prepararnos para ella, en el desarrollo de la guerra, en la protección interna...", lanzó Netanyahu. La única pulla, pero hiriente, que dirigió Netanyahu a Olmert fue cuando afirmó que "las retiradas unilaterales dan al enemigo victorias tácticas". El líder de la oposición centraba así el debate en el hecho de que la guerra con el Líbano y la crisis de Gaza han destruido el pilar del programa de Olmert: la anexión de parte de Cisjordania y la retirada del resto.