La incertidumbre sobre la nueva fecha de las elecciones en Pakistán ha sido finalmente despejada. Intentando alejar al máximo la jornada electoral del magnicidio que en diciembre acabó con la vida de la exprimera ministra Benazir Bhutto, para evitar un descalabro del partido pro-Musharraf, la Comisión Electoral fijó los comicios legislativos y provinciales para el 18 de febrero. Pese a las reticencias iniciales a un aplazamiento, las dos fuerzas opositoras --la Liga Musulmana de Pakistán-N y el Partido Popular de Pakistán (PPP)-- han acabado por bajar la cabeza y aceptar la convocatoria electoral.

"En las cuatro provincias, durante varios días, el proceso electoral se ha visto paralizado", se justificó el máximo responsable de la Comisión Electoral, Mohamed Farooq. El mandatario recalcó que las oficinas electorales de 11 distritos en la provincia de Sindh --el feudo de la dinastía Bhutto-- fueron incendiadas como consecuencia de los disturbios, incluyendo papeletas, listas de votantes y urnas transparentes. "Las elecciones se celebrarán el 18 de febrero en lugar del 8 de enero", sentenció Farooq.

LA ACUSACION Los analistas temían un boicot de la oposición en caso de un retraso injustificado. Pese a las acusaciones de que el retraso electoral favorece al partido del presidente Musharraf --la Liga Musulmana de Pakistán-Q-- lanzadas contra la Comisión Electoral, las formaciones opositoras aceptaron la política de hechos consumados de las autoridades, denunciando a la vez las "excusas de mal pagador". "Cualquier razón que den son excusas poco convincentes; aunque las papeletas y las listas hayan sido quemadas en algunos distritos, tienen las listas en las oficinas centrales", arremetió Farzana Raja, portavoz del PPP, antes de confirmar su participación. "Rechazamos sus excusas sin fundamento, pero estamos dispuestos a luchar en las elecciones", dijo la responsable.

En idéntico sentido se pronunció el otro gran partido de la oposición, la Liga Musulmana de Pakistán-N, que tras el golpe de Estado de 1999 se escindió de la oficialista Liga Musulmana de Pakistán-Q, que apoyó la deriva autoritaria del entonces general Pervez Musharraf. "Participaremos", sentenció su portavoz, Zaeen Qadri, no sin antes criticar el aplazamiento de seis semanas. "Este retraso es irrazonable; nuestro comité central va a reunirse y discutir la situación con otros partidos", advirtió su presidente, Raja Zafar ul-Haq. "Pensamos que era responsabilidad de la Comisión Electoral organizar las elecciones en la fecha prevista; la comisión no ha asumido su responsabilidad", dijo.

Para calmar los ánimos, Musharraf recurrió anoche a su arma preferida --la televisión-- para pedir calma y reconciliación, y anunciar que se mantendría el despliegue del Ejército y de las fuerzas paramilitares en la provincia de Sindh, donde tuvieron lugar los disturbios más graves tras la muerte de Bhutto, en los que murieron 58 personas. "El Ejército y los paramilitares permanecerán desplegados para garantizar que la ley y el orden prevalecen en el país y las elecciones se celebran pacíficamente", advirtió el jefe del Estado.

Musharraf se mostró convencido de que Al Qaeda y las milicias del mulá Fazlulá, que se han hecho fuertes en el valle de Swat, estaban tras el asesinato de Bhutto. "Quiero decir con toda certeza que Bhutto ha sido una mártir", dijo Musharraf.