El Ejército paquistaní no da tregua a la milicia islamista talibán. Los combates registrados ayer en el valle de Swat, en el noroeste del país, se saldaron con la muerte de más de medio centenar de insurgentes. El primer ministro de Pakistán, Yusuf Rafá Guilani, advirtió de que la operación militar en este distrito --una antigua zona turística situada a tan solo 130 kilómetros de Islamabad-- no se detendrá "hasta la erradicación de los extremistas"

Según las autoridades, la operación militar, en la que participan más de 15.000 hombres apoyados por fuego aéreo, ha logrado que los insurgentes huyan. En un comunicado hecho público ayer, el Ejército asegura haber dado muerte al menos a 55 talibanes en ataques llevados a cabo en diferentes partes del valle. Quince de los insurgentes fallecieron en una operación con helicópteros que destruyó varios escondites de los islamistas en Mingora, principal población del valle. En otro bombardeo, los misiles cayeron sobre el principal cuartel general de los insurgentes, situado en la localidad de Matta. El número de talibanes muertos desde el pasado viernes asciende a más de 200.

"REHENES INOCENTES" Algunos testigos de la ofensiva aérea aseguraron que durante los bombardeos han muerto también civiles. Los militares, por su lado, han denunciado que los talibanes utilizan a los civiles como "rehenes inocentes", al usar sus casas como "búnkeres para atacar a las fuerzas de seguridad". La vasta operación militar ha forzado a abandonar sus hogares a más de medio millón de personas, según datos de las Naciones Unidas. Muchos no han podido huir todavía debido al toque de queda impuesto por las autoridades en las poblaciones que hay en el valle de Swat.

La gran ofensiva arrancó hace dos semanas, pero ganó intensidad tras la cumbre que mantuvieron esta semana en la Casa Blanca el presidente de EEUU, Barack Obama, y sus homólogos paquistaní, Asif Ali Zardari, y afgano, Hamid Karzai. Además, el jueves se rompió la tregua que habían suscrito el pasado febrero los jefes islamistas y las autoridades provinciales de Swat y que había mantenido la zona tranquila el último mes.

PRUEBA DE FUEGO El despliegue militar en el valle de Swat, donde se han atrincherado más de 4.000 talibanes paquistanís armados, es una prueba de fuego para el Gobierno de Islamabad, que hasta hoy se ha visto incapaz de frenar el crecimiento de los islamistas. El avance talibán preocupa a EEUU, que tiene a Pakistán, país dotado con la bomba atómica, como uno de sus principales aliados.

Los islamistas no solo suponen una amenaza para la frágil estabilidad de este país musulmán, sino también para el vecino Afganistán. La frontera que comparten ambos países es refugio de talibanes afganos y paquistanís y de sus aliados de Al Qaeda. El objetivo de las autoridades paquistanís es "eliminar" a los islamistas del valle de Swat para después concentrarse en la zona fronteriza, las regiones norte y sur de Waziristán.

Ayer, 18 insurgentes murieron en combates en esta zona, según el Ejército paquistaní. Entre cinco y 20 más, según las fuentes, fallecieron por un misil disparado desde un avión no tripulado de EEUU en la provincia de Wazaristán del Sur.