Catorce meses después de que la ofensiva israelí en Gaza dinamitara la última ronda de negociaciones de paz entre palestinos e israelís, el carro está listo para volver a rodar. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) dio ayer el visto bueno a su presidente, Mahmud Abbás, para abrir conversaciones indirectas con Israel.

La fórmula ha partido de Estados Unidos, cuyos diplomáticos mediarán entre las partes. A falta de fecha oficial para los primeros contactos, el proceso nace sin grandes expectativas y en un momento de crecientes focos de tensión en la calle.

La decisión de la OLP cuenta con la bendición de la Liga Arabe, que respaldó la semana pasada la vuelta de los palestinos a las negociaciones "para dar una oportunidad a la mediación estadounidense". No es un paso fácil para Abbás. Durante meses prometió que no volvería a negociar hasta que Israel frenase en seco la expansión de los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén. Pero una vez más ha tenido que tragarse sus palabras, presionado desde todos los flancos.

El subterfugio ideado por EEUU para que pueda salvar la cara es el carácter indirecto de las negociaciones. Israelís y palestinos no hablarán frente a frente. Diplomáticos estadounidenses trasladarán las propuestas de cada bando viajando entre Ramala y Jerusalén. Y solo si Israel detiene del todo los asentamientos, Ramala accederá a retomar las conversaciones directas, según aprobó ayer la OLP.

EEUU llevaba más de un año buscando esta noticia, uno de los objetivos fijados por el presidente Barack Obama al principio de su legislatura. Su enviado especial para Oriente Próximo, George Mitchell, se reunió con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y hoy lo hará con el presidente Abbás.

Si todo va bien, el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, podría oficializar el relanzamiento de las negociaciones en la visita que hoy inicia a la región.