Mustafá Jomeini es una avenida muy transitada de Teherán. Como todos los días, cientos de personas se dirigían hacia el norte, hacia la plaza Baharestan, donde hay una estación de metro. Pero una muralla de policías les ordenó regresar. Eran las cinco y media de la tarde. La mayor parte de la gente caminaba por la orilla oeste de la calle cuando oyeron el rugido de muchas motocicletas a sus espaldas. Montados dos en cada vehículo, conductor y golpeador, decenas de agentes de policía antidisturbios --uniformes verde oscuro con armadura de caucho negro y casco--corrían sobre la acera, azotando con sus porras y cadenas envueltas en plástico a los transeúntes sin discriminación: jóvenes, ancianos, mujeres, niños.

Las aceras teheranís son estrechas y limitadas por las zanjas del alcantarillado, a cielo abierto. Muchas personas trataban de evitar el golpe saliéndose del camino de los agresores, solo para caer de bruces al faltarles el suelo. Otras trataban de pegarse a la pared o esconderse dentro de las tiendas. Muchas recibieron el impacto directo de las motos.

GASES LACRIMOGENOS En la plaza Baharestan, que se encuentra frente al Majlis (Parlamento), una convocatoria de apenas 200 opositores fue aplastada con brutalidad policial. Los agentes agredían y golpeaban al primero que tenían a mano y rociaban con gases lacrimógenos a grupos que esperaban el autobús. Los policías atacaban sin que hubiera quién les hiciera frente.

El Gobierno ha detenido a dos periodistas extranjeros en los últimos días, de Newsweek y de The Washington Times, a quienes el ministro de Inteligencia, Gholan Mohseni-Ejei, acusó de usar la cobertura de prensa para realizar tareas de espionaje. Dijo que hay más y que los están buscando. Por esto y por la inseguridad, este reportero debió abandonar Baharestan de forma precipitada. Diversos testimonios indican que la violencia policiaca se agudizó después. Se habla de disparos de los agentes y una denuncia asegura que al menos una joven fue herida de bala. No fue posible confirmar nada.

Pero fuera de allí, grupos de antidisturbios en motocicleta recorrieron una amplia zona del centro y el sur de Teherán, entre las plazas Baharestan e Imán Jomeini --que distan dos kilómetros-- golpeando a los transeúntes. La avenida Amir Kabir está llena de pequeños comercios. Los empleados, los dueños de los establecimientos y los clientes tuvieron que encerrarse en ellos o correr por los callejones para poder protegerse.

La represión del régimen se dirige ahora contra la ciudadanía, sin distinciones. A falta de noticias de lo que está sucediendo en otras ciudades --de donde solo llegan rumores de protestas y ofensivas policíacas-- en Teherán las autoridades están decididas a aplastar el movimiento opositor mediante el terror: quieren mostrar las terribles consecuencias que puede tener exhibir cualquier señal de descontento, o estar cerca de donde se produce, o en cualquier lugar.

El Comité de Protección a Periodistas, una oenegé internacional, informó el martes de que la policía había tomado la sede de Kalameh Sabz, el periódico del excandidato presidencial Mirhusein Musavi, y había apresado, además, a 25 empleados, que habían acudido al lugar solo a recoger su paga. Desde el pasado 13 de junio, día posterior a las elecciones iranís, la circulación del rotativo está suspendida por parte de las autoridades.

ACUSACION A LA CIA La televisión estatal Press TV presentó el hecho con la afirmación de que fue "descubierto el cuartel general de los disturbios", desde donde "se planeaban los motines" con "evidencia de participación extranjera", y anteriormente había sido "centro de campaña de un candidato presidencial". En la misma línea de responsabilizar a la mano extranjera de lo que ocurre en Teherán, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Sadeq Mahsuli, acusó directamente a la CIA de estar implicada en las protestas.

El régimen se enroca. La televisión informó de que el recuento parcial de votos realizado de forma aleatoria por el Consejo de Guardianes confirma el resultado oficial de las elecciones. El guía espiritual iraní, Alí Jamenei, volvió a respaldar la victoria del presidente Mahmud Ahmadineyad y afirmó que no cederá "a la presión popular".

La conservadora cadena nacional de periódicos Khayyam publicó un artículo con una larga lista de violaciones de la ley y delitos de los que hace responsable a Musavi, quien, según nuevos rumores, se encuentra bajo arresto domiciliario.

De igual forma, miembros del Parlamento y personajes cercanos a Ahmadineyad han lanzado fuertes ataques contra el presidente del Parlamento, Alí Lariyani, a quien perciben como que se está acercando a Musavi.

INVESTIGAR LOS ATAQUES Lariyani ha exigido el fin de las protestas y ha denunciado la intervención de potencias extranjeras, pero se ha desmarcado un poco al pedir que se investiguen los ataques de agentes gubernamentales contra estudiantes y al promover que Musavi pueda aparecer en televisión para presentar sus argumentos.