Cada vez más irritado e impaciente ante el bloqueo franco-alemán a la guerra contra Irak, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, acusó ayer a París y Berlín de estar tratando de retrasar "indefinidamente" el castigo a Bagdad para "sacar de apuros" a Sadam Husein, y advirtió, además, de que se acaba el tiempo porque, según manifestó, "está llegando la hora de la verdad".

"¿Acaso están intentando retrasar las cosas por retrasarlas, para sacar del apuro a Sadam y que no se produzca el desarme?", se preguntó Powell ante el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, donde reiteró la inflexible decisión de la Casa Blanca para actuar contra Irak, tanto si los países aliados respaldan esta decisión en la ONU y en la OTAN, como si no.

EL MOMENTO DE LA VERDAD

"Estamos llegando al momento de la verdad sobre si este asunto va a resolverse pacíficamente o por medio de un conflicto militar", añadió Powell con la vista puesta en la reunión que mañana celebra el Consejo de Seguridad de la ONU, donde los jefes de inspectores de desarme, Hans Blix y Mohamed el Baradei, presentarán un nuevo y crucial informe de Irak.

Para atar todos los cabos y asegurarse de que el informe será lo suficientemente duro contra el régimen iraquí como para justificar la petición al Consejo de que respalde la guerra, el Gobierno de Bush convocó el martes a Blix en la misión estadounidense ante la ONU. Allí fue presionado por la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, para que sea lo más crítico posible, y refleje en su informe que el régimen de Sadam no ha cumplido voluntariamente con su obligación de eliminar sus armas de destrucción masiva, tal y como exige el texto de la resolución 1441.

Con ello, Washington tendría abierto el camino para presentar la semana que viene al Consejo el proyecto de resolución que prepara con Gran Bretaña, autorizando el uso de la fuerza contra Irak. "Hay conversaciones sobre este texto", aseguró ayer el portavoz de la Casa Blanca, que añadió que en él debe reflejarse la necesidad de imponer la resolución 1441, que exigía el desarme inmediato de Irak y amenazaba con "consecuencias graves" para Bagdad si no lo cumplía.

La Administración de Bush se enfrenta a una dura batalla en el Consejo de Seguridad, donde siguen siendo sólo cuatro --Gran Bretaña, España, Bulgaria y el propio EEUU-- los países que respaldan el ataque militar a Irak, frente a la oposición de los 11 restantes, incluyendo tres con poder de veto, Francia, Rusia y China.

El gobierno francés, que encabeza la rebelión contra la imposición estadounidense de la fuerza, ha hecho ya circular un borrador de la resolución que también presentará al Consejo, abogando por una solución pacífica por medio de inspecciones exhaustivas.

La cara que han plantado Francia y Alemania a los deseos de la Casa Blanca ha desatado también una ola de antieuropeísmo en el Congreso, particularmente dirigido contra París, hasta el punto de que el martes se oyeron propuestas de castigar económicamente a París por su desafío.