En medio de un caos ingobernable, decenas de miles de palestinos volvieron a cruzar ayer desde Gaza a Egipto por segundo día consecutivo, tras dinamitarse el muro que separaba ambos territorios. La felicidad por la ruptura del bloqueo israelí y esa sensación de libertad recobrada se mezcló ayer con la urgencia. Ante la abrumadora demanda, los precios en el Rafá egipcio se doblaron y muchas tiendas agotaron existencias.

Egipto repitió ayer que la situación actual de la frontera es "excepcional" y continuará solo mientras dure la "crisis humanitaria". De esta forma, rechazaba las intenciones expresadas por Israel para cargar a Egipto con todas sus obligaciones sobre la franja. "Queremos desconectarnos", dijo el viceprimer ministro israelí de Defensa, Matan Vilnai. "Queremos dejar de suministrarles luz, agua y medicinas, para que lo hagan otros", añadió. Su idea fue rechazada con vehemencia por Hamás y por el presidente palestino, Mahmud Abbás.