El presidente de la República Checa, el antieuropeísta Vaclav Klaus, exige excluir a sus conciudadanos de los derechos europeos como condición para estampar su firma en el Tratado de Lisboa y dejar de bloquear la reforma institucional de la Unión Europea (UE). Klaus se ha buscado una justificación histórica para intentar ennoblecer su actitud de desafío a sus socios europeos y a las decisiones del propio Parlamento nacional checo.

Klaus precisó ayer que la famosa nota a pie de página que quiere introducir en el nuevo Tratado es en realidad la exclusión de la aplicación a su país de la Carta de Derechos Fundamentales, que adquirirá carácter jurídicamente vinculante con el Tratado de Lisboa.

Gran Bretaña y Polonia negociaron en su momento y obtuvieron esa derogación: Londres para privar a los ciudadanos británicos de los derechos sociales que existen en el resto del continente y Varsovia para mantener sus conservadores leyes sobre la familia y el aborto.

Klaus defendió esa exclusión de la Carta de Derechos Fundamentales en el caso de su país por motivos patrióticos. "La derogación garantizaría que el Tratado de Lisboa no puede conducir a la abolición de los decretos Bénes", que expulsaron al final de la segunda guerra mundial a los tres millones de alemanes que vivían en la región de los Sudetes y que confiscaron sus bienes bajo la acusación de colaboración colectiva con el régimen nazi, explicó Klaus. Esta argumentación fue considerada falaz en medios comunitarios.

TUTELA JURIDICA La Carta de Derechos Fundamentales, añadió Klaus, podría permitir al Tribunal de Justicia de la UE "reexaminar decisiones ya adoptadas por la justicia checa" y podría permitir a los alemanes expulsados reclamar sus propiedades. La posibilidad de que el Tribunal Europeo pueda reexaminar la conformidad de las leyes y reglamentos de los estados miembros de la UE con la Carta de Derechos podría "soslayar la justicia checa", insistió Klaus.

La exigencia de Klaus es de dudosa legalidad, ya que no está respaldada por el Parlamento nacional ni por el Gobierno, y es muy difícil de aceptar por los demás estados, ya que implica un cambio en el contenido del Tratado de Lisboa y la necesidad de volver a ratificarlo por todos los países. El presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, indicó antes de abandonar Praga que hará "lo posible para encontrar una solución pragmática".

Con la firma hoy en Varsovia del Tratado de Lisboa por el presidente polaco, el antieuropeísta Lech Kaczynski, la República Checa será el único país que impide la entrada en vigor de la reforma institucional de la UE.