Hoy es día de silencio electoral. Después de cuatro semanas de improperios, insultos, golpes bajos y tentativas casi siempre fracasadas de explicar sus programas, Silvio Berlusconi y Romano Prodi concluyeron ayer sus campañas electorales en Nápoles y Roma, respectivamente. El líder de la coalición progresista hizo un llamamiento a la unidad de todos los italianos en un país que, dijo, "ha sido dividido y necesita desesperadamente ser unido de nuevo".

Berlusconi consiguió concentrar a unos 30.000 simpatizantes que lo escucharon y jalearon como en estado de trance en la simbólica plaza del Plebiscito de Nápoles, mientras unos 35.000, visiblemente relajados, siguieron el mitin final de Prodi en la histórica plaza del Pueblo de Roma. Las encuestas siguen arrojando una ventaja favorable a Prodi --entre 2,5 y 5 puntos-- que, en caso de confirmarse, proporcionará al centroizquierda una mayoría holgada tanto en el Congreso como en el Senado.

MAS JUSTICIA Y BIENESTAR "Mi llamamiento de esta noche no es solamente para pediros un voto, sino para reconstruir el país", dijo Prodi, que en los últimos días, convencido de ganar, hizo especial hincapié en el "montón de ruinas" que el Gobierno conservador ha dejado tras de sí. "Después de cinco tristes años, tenemos la posibilidad de cambiar, de renovar el orgullo de ser italianos, de recuperar el gusto de la victoria", añadió Il Professore , quien ofreció a los italianos "más justicia, más bienestar y más igualdad". "Dejad que lo diga una vez más: podemos tener, para todos nosotros, un poco más de felicidad".

A 200 kilómetros de distancia, Berlusconi aleccionaba a sus seguidores con el mismo método de los maestros de las antiguas escuelas elementales. "¿Queréis un Gobierno de izquierdas?" "¡No!", respondía la muchedumbre. "¿Un Gobierno con el transexual Vladimir Luxuria?" "¡No!" "¿Una magistratura roja? ¿Queréis ser gobernados por quienes han tenido como ídolos a Stalin, Lenin, Mao, Pol Pot y Castro?". Tras los noes gritados por la multitud, Berlusconi dijo que los conservadores "tienen derecho a pedir otros cinco años de Gobierno". "Para construir la Italia que siempre hemos tenido en la cabeza", añadió.

Al final de su discurso, Il Cavaliere advirtió de que las elecciones "son una encrucijada histórica semejante a la que vivió Italia en 1948, cuando las fuerzas democráticas rechazaron la ofensiva comunista escorando firmemente el país hacia Occidente, hacia la democracia y a sus valores". "Está en juego nuestro destino", dijo el primer ministro.

"La que hoy se cierra es una campaña áspera, de tonos duros, una campaña con la bandera del miedo", lanzaba Prodi casi al mismo tiempo.

A VUELTAS CON LOS IMPUESTOS Berlusconi aprovechó el cierre de campaña para hacer una última promesa: La supresión de los impuestos sobre la recogida de la basura. Remete Realacci, miembro del partido centrista La Margarita, respondió enseguida que "a este paso, la derecha suprimirá los peajes de las autopistas y los billetes de los trenes".

Mientras, en Roma, el comunista Fausto Bertinotti pronosticaba para el próximo lunes "un terremoto de dimensiones imprevisibles".