Antoine Royal, hermano de Ségol¨ne, le repetía cuando era adolescente: "Tú serás presidenta de la República". Por ahora, Ségol¨ne Royal es ya la candidata del Partido Socialista francés, la primera mujer que puede convertirse en presidenta de Francia y la única, según los sondeos, capaz de derrotar al candidato de la derecha.

¿Cuál es el secreto de su éxito? Según Fabrice Krzeminski, experto en márketing, que Ségol¨ne es el Volkswagen Golf de la política, "innovador y dinámico". Krzeminski explicó en Le Nouvel Observateur su atrevida comparación. "Todos los especialistas de márketing saben que el Golf es un producto casi perfecto" en el que "varias generaciones han proyectado sus esperanzas contradictorias. Para el buen padre de familia, es una berlina tranquila. Para los chavales de barrio, es un deportivo vigoroso.".

Marie-Ségol¨ne, nacida en 1953 en Dakar, la capital de la entonces colonia francesa de Senegal, creció, junto a sus siete hermanos, bajo la implacable autoridad de su padre, el teniente coronel Royal, en Chamagne, una aldea de 400 habitantes de la Lorena, en una casa sin jardín con solo dos habitaciones, una para los chicos y otra para las chicas. Iban a la iglesia, separados los hombres de las mujeres, asistía a la catequesis y a clases de costura y de música, y se preparaba para su único destino: el matrimonio. Sin embargo, pese a su fama de puritana, Ségol¨ne, madre ahora de cuatro hijos, nunca se ha casado con su compañero, el primer secretario del PS, Fran§ois Hollande, con quien lleva viviendo 25 años. Cuando se le pregunta por qué, contesta que para preservar su independencia, la misma razón por la que mantiene su apellido Royal.

Cuando Ségol¨ne tenía 19 años, sus padres se separaron y ella se puso del lado de su madre, hasta el punto de intentar llevar a su padre ante la justicia. Quizá de esta rebelión contra el padre procede uno de los objetivos prioritarios de su trayectoria: demostrar que las mujeres pueden ser iguales que los hombres en política y, para ello, no parar ante nada. Ni en matar a padres políticos como Lionel Jospin, Dominique Strauss-Kahn o Laurent Fabius. Cuando se siente agredida por la prensa, contesta: "¿Me haría esa pregunta si yo fuera un hombre?".

Creció cerca de Domrémy-laPucelle, en los Vosgos, la tierra de Juana de Arco, de la que se declara admiradora. Estudió Ciencias Políticas y formó parte de la promoción Voltaire de la Escuela Nacional de Administración (ENA), donde conoció a Hollande. Vivero de la política francesa y de los altos funcionarios, desde la ENA fue reclutada para trabajar para Fran§ois Mitterrand en el Elíseo, donde entonces, a principios de los 80, era la única que se preocupaba de estudiar las encuestas, una afición que ha tenido mucho que ver en la democracia de opinión que la ha encumbrado.

Los detractores

Ahí comenzó su contacto con la política. Ha sido cuatro veces ministra y preside ahora la región de Poitou-Charentes, donde sus colaboradores, sobre todo los subalternos, no hablan muy bien de ella.

Pese a que ha formado una red de colaboradores para alcanzar la candidatura, es desconfiada y se reserva los detalles para ella. Pero, paradójicamente, es accesible a la gente y se mezcla con ella. "Cuando la escucho, tengo la impresión de que vive en nuestros barrios", decía una militante socialista.

Vestida habitualmente de blanco o de rosa, de 1,69 de estatura, siempre con tacones altos, "más joven, podía haber sido una miss", opina la organizadora del concurso en Francia. Un ejemplo de la heterogeneidad de sus fans. Otro de sus seguidores es Daniel Cohn-Bendit, cuyo apoyo tiene valor de símbolo: el dirigente de Mayo del 68 aporta una sensibilidad liberal-libertaria a la candidata de la renovación de la izquierda.