Cuando los profesores y el personal del colegio de Harrold --en el estado de Tejas, cerca de la frontera con Oklahoma-- vuelvan a clase el 25 de agosto para empezar el nuevo curso, lo harán con un objeto más en sus bolsos y carteras. Allí colocarán, junto a libros y lápices, la pistola que, a partir de este año, el supervisor del distrito, David Thweatt, les permitirá llevar escondida dentro del aula. El objetivo de la sorprendente decisión es, según el propio Thweatt, proteger al personal y a los alumnos en caso de producirse algún ataque con armas en las instalaciones del colegio. Los maestros deberán hacer un cursillo de entrenamiento para aprender a manejar situaciones de crisis.