La sombra del fiscal especial Patrick Fitzgerald se cierne cada vez más ominosamente sobre la Casa Blanca. Ayer el persistente rastreo del mayor escándalo político desde que el presidente George Bush llegó al poder --quién destapó en el 2003 la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame para desacreditar a su esposo, el exdiplomático Joseph Wilson, por oponerse a la guerra de Irak-- topó con el vicepresidente, Richard Cheney. Fue la mano derecha de Bush quien reveló que Plame trabajaba para la CIA a su jefe de gabinete, Lewis Libby, un mes antes de que esta información se hiciera pública, el 14 de julio del 2003.

La revelación tuvo lugar el 12 de junio de ese año, afirmó ayer The New York Times , citando a abogados cercanos a esta explosiva investigación, que puede desencadenar procesamientos al más alto nivel esta misma semana. Según notas de la conversación mantenida en junio entre Cheney y Libby, fue el vicepresidente quien informó a Libby del trabajo de la esposa de Wilson para la CIA, tras averiguarlo personalmente preguntando al entonces director de la agencia de espionaje de EEUU, George Tenet.

DISCURSO DE LA UNION Las notas, en poder del fiscal Fitzgerald, no aclaran si Cheney conocía el carácter secreto de su trabajo. Lo que sí indican es que el vicepresidente estaba al tanto de que ella intervino para enviar a su esposo a Níger en el 2002, con la misión de comprobar si Sadam Husein trataba de obtener uranio en ese país para fabricar armas nucleares, como sostenía Cheney. Tras su viaje a Níger, Wilson declaró falsas estas acusaciones contra Sadam pero, a pesar de ello, Bush las incluyó en su discurso sobre el estado de la Unión, a comienzos del 2003, semanas antes de ordenar la invasión del país árabe.

Pese a su conversación de junio con Cheney, que no se conocía hasta ayer, Libby declaró durante sus comparecencias ante el gran jurado que investiga este escándalo desde hace 22 meses en colaboración con el fiscal Fitzgerald que se enteró a través de periodistas de la ocupación secreta de Valerie Plame. Esta declaración parece contradecirse con las notas según las cuales Libby se enteró de que Plame trabajaba para la CIA por Cheney, y puede dar pie a que le procesen por perjurio o por obstruir la investigación.

INTENTO POR ENCUBRIR Más grave para la Casa Blanca es la imagen que estas notas proyectan del intento de Libby por encubrir a su superior, el vicepresidente Cheney, que se encuentra en el epicentro de lo que parece una operación de castigo contra el exembajador Wilson por enmendarle la plana a Bush y forzar a la Casa Blanca a admitir la falsedad de uno de sus principales argumentos para atacar a Irak: los planes nucleares de Sadam. Wilson publicó el 6 de julio del 2003 un artículo en The New York Times donde desenmascaró esa mentira, y apenas ocho días después la identidad de su esposa como agente de la CIA fue revelada por el columnista Robert Novak.

La Casa Blanca se ha atrincherado tras un muro de silencio, mientras aguarda en vilo el huracán que puede desencadenar pronto el fiscal Fitzgerald con imputaciones a alto nivel, ya que el gran jurado concluye sus sesiones este próximo viernes. "Hay una investigación en marcha y nosotros no tenemos ningún comentario que hacer", respondió el portavoz de Bush, Scott McClellan, para evitar responder sobre el papel de Cheney en este escándalo, que agrava las tribulaciones de Bush.

BAJISIMA POPULARIDAD El presidente cuenta ahora con los índices de respaldo popular más bajos desde que llegó a la Casa Blanca en el 2001, debido sobre todo a su tardía e ineficaz respuesta a los estragos del huracán Katrina y al rechazo mayoritario a la guerra de Irak.

Cheney fue entrevistado por Fitzgerald al igual que Bush, pero no declaró ante el gran jurado. Según el Times , no es ilegal que el vicepresidente hable con Libby de una agente de la CIA, pero sí lo sería destapar adrede su identidad secreta.