La campaña a favor del boicot olímpico se disolvió ayer como azucarillo en agua. La comunidad internacional lo descartó en pleno. Ningún país ha sugerido remotamente esa posibilidad. La UE, por boca de sus ministros de Deportes reunidos en Eslovenia, defendió que el deporte debe desligarse de la política y recordó el nulo efecto de los boicots a Moscú, en 1980, y Los Angeles, en 1984.

El presidente del Comité Olímpico Internacional, el belga Jacques Rogge, se mostró "muy preocupado" por los incidentes en el Tíbet. No obstante, subrayó que perjudicaría "solo" a los deportistas.

También la CE lo descartó desde Bruselas. "No sería lo más apropiado, porque hay otras formas de defender los derechos de la minoría tibetana", dijo la portavoz de Relaciones Exteriores, Christiane Hohmann.

Sin embargo, la actriz Mia Farrow, el filósofo Bernard- Henri Lévy y el exministro socialista francés Jack Lang lo habían exigido. Ayer se sumaron tibetanos en el exilio indio, desobedeciendo la petición del dalái lama. Tsewang Rigzin, presidente del Congreso de la Juventud tibetana, exigió un discurso más afilado por parte de su líder.