En los complicados momentos de una transición en EEUU, la política exterior es uno de los principales escollos. Y lo está comprobando ya el demócrata Barack Obama, cuya elección ha despertado un interés global casi sin precedentes y le ha colocado en la compleja situación de mantener diálogo con representantes de otras naciones cuando aún no tiene capacidad de decidir. Una de las más claras muestras de esta complejidad surgió ayer, cuando el presidente polaco, Lech Kaczynski, emitió un comunicado asegurando que en su primera conversación telefónica con Obama, el presidente electo "dijo que continuará el proyecto de defensa de misiles", el plan de instalación de un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa que la Administración de George Bush firmó en agosto.

Un ayudante de Obama negó que el líder demócrata haya adquirido un compromiso de tal envergadura. Denis McDonough, principal asesor de Obama en política exterior, confirmó que ambos habían mantenido una "productiva conversación" pero desmintió cualquier acuerdo.

Obama ya ha comprobado la repercusión que tendrán a partir de ahora sus palabras. El viernes, recordó que considera "inaceptable" que Irán desarrolle un programa de armas nucleares. Ayer mismo, Teherán se quejó. "Este es un paso en la dirección equivocada", dijo Ali Lariyani, portavoz del Parlamento iraní.