Da igual que las encuestas, la prensa, los candidatos presidenciales, los dos partidos y hasta el presidente, George Bush, consideren que la inmigración ilegal --el país tiene doce millones de sin papeles -- sea uno de los problemas más acuciantes de EEUU. Incapaces de llegar a un acuerdo de mínimos, sobre cuánto tiempo más iban a debatir el asunto, el Senado enterró ayer el proyecto de ley pergeñado por representantes demócratas y republicanos que, entre otros aspectos, proponía legalizar a los sin papeles .

"No nos rendimos", dijo ayer el senador demócrata Edward Kennedy, uno de los promotores de la ley, dando a entender que en el futuro tratarán de resucitarla. No será hasta dentro de unos meses, después de que, tras dos semanas de debate, opositores y defensores del texto no lograsen encontrar un punto común de debate. El jueves por la noche, los promotores del texto no consiguieron la mayoría necesaria ni siquiera para votar el proyecto de ley, con lo que, ante la evidente falta de consenso, el líder de la mayoría, el demócrata Henry Reid, emplazó a todas las partes a trabajar por un proyecto con más consenso.

EL PODER DEMOCRATA Pero esa no fue ayer la única mala noticia para Bush. Nadie en Washington pensaba que, el 30 de septiembre, el general Peter Pace no continuaría como jefe del Estado Mayor Conjunto, el mayor rango militar. El papeleo para presentarlo en el Congreso como el candidato de Bush incluso había empezado. Pero ayer, el secretario de Defensa, Robert Gates, sorprendió al anunciar que Pace no será presentado y que abandonará su cargo dos años después de haberlo asumido. Según explicó el mismo Gates, ha sido la presión del Congreso --dominado por los demócratas-- lo que le ha llevado a tomar esta decisión, que calificó de "política". Junto a Pace se irá también en septiembre su número dos, por lo que el relevo en la cúpula militar será total.