Las elecciones legislativas celebradas ayer en Kosovo pusieron de manifiesto la cruda realidad de que, cinco años después de la guerra (1998-99), persisten las tensiones étnicas en esa provincia de mayoría albanesa, oficialmente provincia serbia y actualmente, y desde hace cinco años, un protectorado de la ONU. La jornada de voto transcurrió sin apenas incidentes, pero con el total boicot de la minoría serbia a unos comicios considerados cruciales, puesto que el Parlamento y el Gobierno que salgan elegidos deben ser los encargados de negociar con la ONU el estatus final de la provincia, cuya mayoría albanesa anhela la independencia.

Un total de 12.000 observadores se desplegaron para velar por la limpieza de las elecciones. También las fuerza de la OTAN (Kfor) reforzaron su presencia con 2.000 soldados.

REPRESENTACION Los electores de Kosovo estaban llamados a elegir un Parlamento de 120 escaños, de los que 10 se reservan a los serbios y 10 más a otras minorías de la provincia. Los primeros sondeos predecían la victoria de la Liga Democrática de Kosovo (LDK), del presidente Ibrahim Rugova.