El segundo misil norcoreano en sobrevolar territorio japonés en menos de un mes generó las previsibles condenas internacionales, los repetitivos lamentos estadounidenses por la flacidez china ante Pionyang y, lo más novedoso y preocupante, la aparente rendición de Seúl en la vía del diálogo.

Pionyang volvió a servirse de Japón para abofetear a Estados Unidos. El misil del viernes portaba un mensaje diáfano para Washington: Guam está a tiro. Fue disparado al alba desde las cercanías del capitalino aeropuerto de Sunan, alcanzó una altitud de 7.000 metros y cayó al mar tras volar 3.700 kilómetros y atravesar los cielos de la isla japonesa de Hokkaido. Esa distancia, si Pionyang hubiera apuntado al sur en lugar del este, habría bastado para alcanzar la base militar estadounidense en el Pacífico desde la que parten los bombarderos hacia la península. El misil, a pesar de su alcance medio, batió el récord de distancia hasta la fecha. Las autoridades aconsejaron a la población refugiarse.

El proyectil cumplió su función sin que el poderío militar aliado ni siquiera intentara evitarlo. El grueso del incremento del presupuesto militar japonés se lo llevarán los escudos para evitar ese tráfico de misiles porque los actuales solo pueden abatir a los que vuelan a baja altura. Donald Trump, que sabía del inminente lanzamiento porque los satélites habían mostrado las maniobras la víspera, rehusó eliminarlo en la plataforma.

«El diálogo es imposible en una situación así», se resignó el presidente surcoreano, Moon Jae-in. También advirtió de que Seúl dispone del «poder para destruir Corea del Norte e impedir su recuperación» y ordenó maniobras militares que incluyeron el lanzamiento de un misil capaz de alcanzar el aeropuerto de Pionyang. Los cotidianos desmanes del vecino complican su estrategia dialogante y parecen acercarle a la belicosidad que le exige Washington. El admirable Moon ha apaciguado la tensión en la península con sus esfuerzos por tenderle la mano a Pionyang sin importarle los desprecios y sus rotundas aclaraciones a Trump de que la vía militar no es la solución.

MISMO GUION / El resto de reacciones siguieron el guión sabido. Rex Tillerson, secretario de Estado estadounidense, ha recordado que aspiraban a sanciones mucho más rotundas que las aprobadas por la ONU esta semana tras los recortes impuestos por Pekín y Moscú. «China y Rusia deben mostrar su intolerancia a estos temerarios lanzamientos de misiles ejecutando acciones por su cuenta», ha dicho. La primera es la principal suministradora de petróleo a Pionyang y la segunda acoge a la mayoría de norcoreanos empleados en el extranjero.

La UE ha ampliado sus sanciones contra Corea del Norte al incluir tres instituciones y un individuo más en la lista de personas y entidades sujetas a la inmovilización de activos y restricciones de viajes.

El secretario general de la ONU, António Guterres, describió ayer como una «manifiesta violación» de las resoluciones de la ONU la nueva prueba balística.