El primer ministro israelí, Ariel Sharon, se ha visto envuelto en una polémica que ha sembrado la inquietud en sus socios de la derecha y que le ha obligado a rectificar las declaraciones que efectuó el lunes, en las que se refería a Cisjordania y Gaza como "territorios ocupados" y que han suscitado reacciones encontradas en el país. En una nota, Sharon corrigió sus palabras y sustituyó la expresión de "territorios ocupados" por "territorios en disputa".

"Si no quería decir lo que ha dicho, no lo hubiera hecho", dijo el portavoz del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores, David Saranga, en referencia a las palabras de Sharon ante los dirigentes del Likud, bloque tradicionalmente opuesto a cesar la actividad de los asentamientos judíos.

El diario hebreo de mayor circulación, Yediot Ahronot , titulaba a toda página: "Sharon: "Hay que poner fin a la ocupación". Durante todo el día, la radio y la televisión israelís trataron casi exclusivamente de las declaraciones del primer ministro. Comentaristas y oyentes no salían de su asombro y declaraban no reconocer a Sharon, a quien casi todos consideran uno de los políticos más radicales.

"A nosotros no nos gusta la palabra, pero a eso se le llama ocupación. Mantener a 3,5 millones de palestinos bajo la ocupación es malo para Israel y para los palestinos", dijo el lunes el primer ministro. "No se puede gobernar indefinidamente sobre los palestinos. ¿Acaso queréis quedaros para siempre en Yenín, Naplusa, Ramala y Belén? No creo que eso sea lo que debamos hacer", manifestó delante de los diputados de su partido, el Likud.

La aceptación por Israel de la iniciativa de paz llamada Hoja de ruta ha levantado muchas ampollas. Muchos creen que el nuevo Sharon no tiene nada que ver con el que ganó las elecciones.