EEUU admite sufrir cientos de miles de ataques informáticos cada día y Obama cifra en más de 750.000 millones de euros el coste. Pero en la comunidad internacional, que libró la primera batalla de esta ciberguerra global en el 2007 y el 2008 en Estonia y Georgia, ningún ataque ha desatado más alarmas que el Stuxnet, supervirus descubierto en julio que aparentemente un grupo bien financiado y organizado (según algunos, junto a Israel) diseñó para atacar infraestructuras en Irán, incluyendo las nucleares. Los expertos alertan de que ese virus capaz de espiar y reprogramar ha abierto una caja de Pandora dando a otros la opción de modificarlo y crear su propia ciberarma.