La insurgencia iraquí golpeó ayer en pleno corazón de la ultraprotegida Zona Verde de Bagdad. Y no lo hizo en un lugar cualquiera, sino en el interior del mismísimo Parlamento, y en plena sesión. Un ataque suicida en la cafetería de la Cámara a la hora de comer acabó con la vida de ocho personas, entre ellas tres diputados, hirió a una veintena y supuso un nuevo impacto bajo la línea de flotación del plan de seguridad que desde hace dos meses debería estar pacificando la capital iraquí.

Un testigo presencial que resultó herido explicó que fue un guardaespaldas de uno de los diputados quien, al grito de Alá akbar (Dios es grande), activó el cinturón de explosivos que llevaba, mientras algunos parlamentarios acababan de almorzar y otros charlaban con periodistas. Eso explicaría en parte que el kamikaze lograra superar las estrictas medidas de seguridad.

MULTIPLES CONTROLES La Zona Verde, que alberga a las principales instituciones iraquís y la embajada de EEUU, está rodeada de centenares de barreras de hormigón y solo se puede acceder a ella tras múltiples registros, tanto por parte de las fuerzas iraquís y estadounidenses como de la seguridad privada. El acceso al Parlamento está restringido a personal acreditado, diputados, agentes de seguridad y periodistas. "Revisaremos todos los sistemas para saber cómo ha entrado", dijo acongojado el general William Caldwell, portavoz militar estadounidense.

A primera hora de la mañana, la explosión de un camión bomba destruyó el puente de Sarafiya, uno de los más antiguos de la ciudad, y causó 10 muertos y 26 heridos. El hundimiento de la estructura de acero y hormigón, en hora punta de circulación, mandó al menos a cinco vehículos al fondo del río Tigris. La explosión destruyó asimismo varios edificios en ambas orillas. El puente atacado era una de las principales vías que unen las dos partes de la ciudad.